Con la naturalidad por bandera, se va igual que llegó. Sin hacer ruido y con ganas de alejarse de los focos en su condición de entrenador de una de las leyendas vivas del deporte. Toni Nadal (Manacor, 1961) huye del protagonismo que en ocasiones se ha buscado él mismo, sin querer, con ese aire de despistado que le acompaña permanentemente. Ha decidido dejarlo porque, dice, a sus 56 años está cansado de dar la vuelta al mundo. Y porque quiere dedicarse en cuerpo y alma a la Rafa Nadal Academy, su gran pasión, para volver a sus orígenes, trabajar con los más pequeños, desde la base.

El anuncio de su abandono le define como persona que actúa con una naturalidad llevada al límite. No dio la noticia en una multitudinaria rueda de prensa, como cualquier entrenador de un mito del deporte probablemente hubiera elegido, sino en unas declaraciones a una web italiana que, inmediatamente, corrieron como la pólvora. "Esta es mi última temporada con Rafa. Hasta los 17 años lo decidía todo yo. Cada año que pasa decido menos, llegaremos al punto en el que ya no decida nada", fueron sus sorprendentes declaraciones el 11 de febrero, realizadas posiblemente sin ser consciente del revuelo que provocarían.

Él es el primero en quitarle trascendencia porque su adiós no significa que su pupilo quede huérfano. Queda en buenas manos. Las de Carlos Moyá y Francis Roig, que llevarán el tramo final de la carrera del campeón. Toni Nadal, que empezó las carreras de Derecho e Historia, explica en su libro ´Todo se puede entrenar´ su método de trabajo, pero adelanta que su forma de trabajar no tiene ningún secreto y únicamente se guía por la lógica. "No soy dueño de grandes teorías ni ejecutor de muchas complicaciones", cuenta, y se define como "un entrenador anárquico, poco ortodoxo. Nunca he seguido los manuales clásicos", añade. Y el mejor resumen de los valores que ha intentando transmitir a su sobrino se remite a una sentencia de la Antigua Grecia: "Sin método, orden, voluntad, esfuerzo y sacrificio no son posibles ni el genio ni el triunfo". Palabra de Toni.

El todavía entrenador de Nadal no siente nostalgia, disfruta del momento. Pero difícilmente se le volverá a ver en la grada contemplando a su sobrino. El "vamos Rafel" que tantas veces se ha escuchado en los puntos importantes de un partido, pasarán a la historia. Toni Nadal ha elegido una nueva vida. Su legado queda ahí, el del entrenador de tenis con mejor palmarés de la historia, pero sobre todo, el de la persona que formó con una disciplina espartana a lo que hoy es considerado un deportista modelo.

El tío del tenista deja a su sobrino en las mejores manos, las de Carlos Moyá (Palma, 1976), exnúmero uno, campeón en Roland Garros en 1998 y ganador de la Copa Davis junto a Nadal en 2004. Comparten experiencias y son amigos. Ha traído nuevas formas de entrenamiento, más pausadas, y el cambio no tiene porqué ser traumático porque la transición se está llevando a cabo con la máxima naturalidad.