Fue, después de la final de Australia de 2012 ante Novak Djokovic y tras seis horas de partido, posiblemente la que más le ha dolido. La que disputó dos años después, el 26 de enero de 2014, contra su rival de esta tarde. "En mi vida he jugado ninguna revancha. No es una buena mentalidad ni una buena manera de encarar nada", dijo Nadal en la rueda de prensa posterior a su aplastante victoria sobre el austriaco Dominic Thiem que le dio el pasaporte a su décima final de Roland Garros, cuando se le preguntó si se tomaba la final de hoy como una revancha por lo sucedido en Melbourne Park hace algo más de tres años.

Y qué paso aquel día en la capital australiana. Pues que Nadal perdía una final en la que, como hoy, partía como claro favorito ante un rival al que había ganado las doce veces que se enfrentaron sin ceder un set. En su tercera final en Australia, Nadal perdió 6/3, 6/2, 3/6 y 6/3 en uno de los momentos más difíciles de su carrera, o al menos una de las derrotas más complicadas de encajar. Nadal jugó mermado físicamente por sus dolores en la espalda, lo que posteriormente se conoció como un espasmo lumbar, que se produjo en el peloteo. Se llevó las manos a la espalda en el tercer juego del segundo set y fue atendido en el vestuario por el fisioterapeuta.

"Mi espalda se quedó clavada, he dado todo lo que tenía, era imposible ganar de esta manera", dijo al final del partido, entre desolado e impotente por la imposibilidad de revertir la situación. Pese a todo fue capaz de ganarle el tercer set, todavía se desconoce cómo, porque Nadal apenas se podía mover sobre la pista. Número uno por aquel entonces -iniciaba su semana 120 en lo más alto-, el mallorquín perdió la oportunidad de igualar los catorce títulos de Grand Slam de Sampras, con el que empataría en Roland Garros de aquel año y hoy puede superar para quedarse como el segundo con más títulos en solitario tras Federer.

Además, con aquella inesperada derrota, perdió la oportunidad de convertirse en el tercer hombre en la historia en ganar dos veces cada uno de los cuatro torneos que forman el Grand Slam, después de Roy Emerson y Rod Laver. Días después, ya en Mallorca, se sinceró sobre aquella final. "En la final de Australia pasé la peor hora y media de mi vida en una pista de tenis. Suelo aceptar muy bien las derrotas, pero esta me está costando un poquito más", dijo, antes de reaparecer en el torneo Río, veinte días después de pasar por uno de los peores tragos de su carrera.