Alba Torrens (Binissalem, 1989), que lo ha ganado casi todo en el baloncesto, se apresura a dar las gracias a DIARIO de MALLORCA, nada más sentarse en la Plaça de l'Església de su pueblo, donde ha citado a este periódico, por recibir el Premi 2017. Esta humildad fuera de la pista contrasta con la ambición que muestra dentro. Y ese es el secreto de su éxito.

-¿Qué ve cuando mira hacia atrás de su carrera profesional?

-Quizá la primera mirada no se iría a lo que he conseguido dentro de la pista, sino recordar en cada momento lo que he vivido en todos los equipos en los que he estado. He ido escalón a escalón, sin precipitarme. Eso siempre lo tuvimos claro en mi familia. Veo muchas vivencias y estoy muy contenta con los resultados conseguidos porque significa que se ha hecho un buen trabajo y tengo motivación para seguir adelante.

-¿Qué le queda por hacer?

-No miro mucho hacia atrás. Hace poco que ganamos la plata olímpica, pero parece que hace mucho porque tenemos nuevos retos. Haber ganado títulos no te da menos ganas de seguir consiguiendo nuevos. Y eso es lo más importante porque lo que te hace feliz es el día a día.

-¿De qué está más orgullosa?

-Quizá le sorprenderé, pero le diré que el momento en el que me recuperé de la lesión en la rodilla. En ese momento no te dan ninguna medalla ni levantas una copa, fue uno de los momentos más duros y de los que estoy más orgullosa de mí misma por la forma en la que me recuperé. Cada día luché por curarme y no tuve momentos de duda. Estuve en muy buenas manos en todos los aspectos, tanto en la parte médica como deportiva.

-¿Qué aprendió durante la recuperación de su grave lesión de rodilla?

-Una de las cosas fue estar mucho tiempo sin baloncesto. Llevaba muchos años sin parar y a nivel personal fue interesante y fue una vivencia que me puede ayudar cuando me retire. No ves la recompensa enseguida porque estás dos meses trabajando y ves que no puedes jugar. Esto fue una lección de paciencia y constancia.

-¿Llegó a temer que no sería la misma jugadora?

-Sí se me pasó por la cabeza. No quería que lo hiciera, siempre traté de pensar en positivo, pero es verdad que en algún momento me entró la duda acerca de si volvería a estar en el nivel de antes.

-Pues fue nombrada mejor jugadora de Europa en 2011, antes de la lesión, y en 2014, después de su recuperación.

-Cierto. A veces pienso que me he olvidado de la lesión cuando estoy en la pista y eso es una muy buena señal, aunque me cuido para que no me vuelva a pasar.

-¿Siente que ha sacrificado mucho de su vida personal por su carrera profesional?

-No lo considero un sacrificio, más bien un privilegio porque me he podido dedicar a mi pasión, que es jugar baloncesto. Nunca podría decir que es un sacrificio. Mi familia y mis amigos siempre han estado conmigo, aunque haya estado lejos. En algún momento puedes echar de menos cosas, pero no siento que me haya perdido nada.

-¿Cambiaría algo de su trayectoria deportiva?

-No. Si en algún momento no he tomado la mejor decisión, he aprendido de ello. Y no solo hablo de baloncesto. Cuando estamos incómodos es cuando aprendemos más. Hay cosas en las que me he equivocado o en jugadas de las que me acuerdo que no debería haber tomado esa decisión.

-¿Imaginó en algún momento llegar tan lejos en su deporte?

-Nunca he pensado eso. Voy al día a día y cuando consigues un objetivo estás muy contenta, está claro, y eso es una motivación, pero sinceramente no me detengo demasiado en ello porque sé que la carrera del deportista se acaba pronto.

-U

-Dicen que ganar no cansa. Pero más que ganar, me quedo con la manera de cómo lo consigues, incluso cuando he perdido también.

-¿Qué pasa cuando no gana?

-Me enfado mucho, aunque es verdad que con los años aprendes a hacer una autocrítica positiva. Pero siempre quiero ganar.

-Ahora quieren el oro en el Europeo de la República Checa

-Es bueno que nos vean como favoritas, porque quiere decir que se han hecho bien las cosas, pero desde dentro sabemos lo que ha costado. No nos vemos con la medalla colgada, ni mucho menos. Tenemos que hacerlo muy bien para poder estar arriba.

-Con su currículum, ¿cómo se mantienen los pies en el suelo?

-Yo es que lo que veo es lo que puedo mejorar en muchos aspectos de mi juego. Tengo esta ambición y autocrítica. Y estos últimos años juego con jugadoras más buenas que yo y eso te hace mantener el reto de mejorar. Siempre he estado agradecida a todos los premios que me han dado, pero lo que miro es lo que me falta.

-¿Es más completa ahora que hace unos años en la pista?

-No todo lo que me gustaría, pero sí. A veces no te das cuenta y luego ves el partido y se nota. Se miran mucho las estadísticas, pero hay mucho trabajo que no se refleja en ellas. Y soy consciente de que me queda por mejorar.

-¿Dónde puede evolucionar?

-Quizá el tiro después de botar el balón es uno de los aspectos.

-¿Cuál es su mejor momento dentro de la pista?

-Cuando supe que había ganado una medalla olímpica. Me quedo con el recuerdo en la semifinal de los Juegos de Río y te quedas maravillada ya que en la final perdimos contra Estados Unidos y no fue lo mismo.

-¿Y el peor?

-La lesión, está claro, pero dentro de la pista fue el Europeo de 2011 que nos ganó Croacia y nos quedamos sin ir a los Juegos de Londres. Ganamos el Europeo de Francia después, pero eso no se olvida porque en ese momento aquel partido era lo más importante para todas con la selección.

-¿Se siente reconocida?

-Sí, en cada equipo y ciudad que he estado como Vigo, Salamanca, Estambul, y ahora en Ekaterimburgo me han cuidado mucho y me he sentido querida. Y eso trato de devolverlo en la pista. Y, por supuesto, en Mallorca también.

-¿Cómo está el baloncesto femenino en España?

-Es un momento muy difícil para el deporte femenino en general y en nuestro deporte también. La liga rusa, turca y checa están al máximo nivel y somos muchas las que salimos fuera. Sin embargo, si miramos atrás ahora se habla mucho más de deporte femenino, aunque no se puede comparar con el masculino.

-La diferencia en los salarios es abismal.

-Soy una privilegiada por poder vivir de esto y estar en los equipos de elite de Europa, pero si cambio mi visión no se puede ni comparar con los hombres.

-¿Cómo se puede solucionar?

-Eso es trabajo de todos, pero no solo me refiero al deporte, sino en muchos otros aspectos. En el baloncesto femenino ha habido un aumento en la promoción porque hay mucho trabajo detrás y ha habido buenos resultados. Por nuestra parte seguiremos luchando para que crezca todavía más.

-¿Cómo se vive en Ekaterimburgo?

-En invierno hace mucho frío, hay días de menos treinta grados y eso lo condiciona todo. La ciudad es grande, hay muchas cosas que hacer como visitar museos, centros comerciales, restaurantes o muchos lugares para tomar café, pero siempre en lugares cerrados. Se hace mucha vida en el interior. No se puede salir a pasear en invierno, aunque la verdad es que durante la competición viajamos mucho y después nos toca descansar, por lo que tampoco te aburres.

-¿Qué le ha sorprendido?

-De verdad que el frío que hace allí. Fíjese que si le digo que cuando estamos a menos diez grados ya me parece normal y, si se piensa bien, es un contraste enorme respecto a Mallorca, por ejemplo.

-¿Habla ruso?

-He aprendido un poco, pero le confieso que tendría que haber aprendido más. Pero para eso hay que ponerse muy en serio porque es muy complicado. De momento las entrevistas las hago en inglés y nuestro equipo tiene mucho seguimiento, tanto de prensa como aficionados. Vienen entre tres y cuatro mil personas por partido.

-La vida en Estambul debe ser diferente.

-Viví allí tres años y es una ciudad espectacular, muy bonita y tiene magia. Hice mucho turismo, no me quedó ningún rincón por visitar. Es verdad que fue cuando tuve la lesión, pero el balance general es muy bueno porque era la primera vez que salía al extranjero. En un futuro no me importaría volver allí a jugar porque tengo amistades y esa es una de las cosas que te quedan del baloncesto. Y allí gané una Euroliga y la Liga turca, por ejemplo.

-¿Hay algún rincón de Europa que no haya visitado con el baloncesto?

-A veces solo ves el aeropuerto, el pabellón y el hotel de concentración, pero a veces podemos dar una vuelta para conocer la ciudad en la que estamos. La prioridad es el baloncesto, sin duda, pero cuando encontramos el momento me gusta escaparme. Por ejemplo Praga me gustó mucho, o una ciudad italiana muy pequeña que se llama Schio. O incluso Moscú, a la que vamos más por la Liga rusa. Poder visitar lugares es una de las suertes que te da este trabajo.

-En Rusia no paran de coger aviones para la Liga doméstica. ¿No se cansa?

-No porque es nuestro trabajo y nos centramos en eso. Eso sí, los desplazamientos son de dos horas como mínimo porque Rusia es enorme.

-¿Sería capaz de recordar el nombre de todas las compañeras que ha tenido en su carrera?

-Es una buena pregunta de examen, pero diría que sí. Son muchas vivencias y la parte humana es la que después te queda.

-¿En la elite se pueden hacer amigos?

-Sí. Ya le digo que en la selección española tengo amistades de hace muchos años. El baloncesto me dejará amigos, eso seguro.

-¿Le cansa que los periodistas le pregunten por cuándo dará el salto a la WNBA?

-Le aseguro que no porque entiendo que me lo pregunten.

-¿No siente curiosidad por jugar entre las mejores?

-No es que no quiera ir, me encantaría probar esta experiencia de jugar en una de las mejores ligas, pero a la vez no se puede hacer todo al cien por cien. Tengo que ser honesta conmiga misma y si tengo una prioridad es la selección y lo seguirá siendo. Ahí no tengo ninguna duda y siempre la pondré por delante. Si algún año puedo combinarlo, pues me encantaría, aunque es complicado porque España está al máximo nivel y eso es buena señal.

-¿Podría ser que nunca probara la experiencia en la WNBA por jugar con la selección?

-Sí. No podré decir que me he arrepentido cuando lo deje porque en cada momento he elegido lo que he considerado oportuno después de pensarlo mucho y la selección es mi prioridad.

-Tiene nivel para jugar ahí.

-No sé si podría hacerlo tan bien como Anna Cruz y Marta Xargay, que han demostrado su nivel en una de las mejores ligas del mundo. Seguro que es una experiencia fantástica, pero yo he elegido otro camino.

-¿Qué siente en Binissalem?

-Es volver a mi casa. Me acerco a la Alba de fuera de la pista y cuando estoy aquí con mi familia y amigos soy feliz. Cuando vuelvo aquí me siento muy agradecido porque incluso cuando me han ido mal las cosas siempre he sentido el ánimo y el apoyo del pueblo. Y esto te da fuerza.

-Tiene un polideportivo con su nombre.

-Es impresionante. Cuando me lo dijeron me impresionó mucho, es un gran honor. El día de la inauguración todavía me impresionó más porque mi vida en el deporte empezó ahí, pero pegando dos chuts al balón. Menos mal que cambié de deporte. Esto es una responsabilidad más para seguir.

-¿Qué hará cuando se retire?

-Todo deportista sabe que llegará ese momento. El baloncesto ha formado parte de casi toda mi vida y me ha enseñado muchas cosas, el deporte es un vehículo para aprender muchas cosas buenas. Me gustaría estar cerca del deporte, aunque no sé cómo.

-¿Entrenadora?

-En estos momentos no porque lo considero muy difícil, pero nunca se sabe.

-¿Vivirá en Mallorca?

-Es difícil mirar hacia tan adelante, nunca se sabe. Pero sí que me veo viviendo aquí.