Se le notaba a Nadal más relajado que feliz por su clasificación para su décima final de Roland Garros, la segunda grande este año tras Australia. Y empezó diciendo que se esperaba un partido más complicado ante Thiem. "Ha jugado muy mal el tercer set, y el resto ha jugado algo peor que yo. Pero ha tenido sus oportunidades, creo que tres 15-40 que no ha aprovechado. Yo he sacado muy bien. Los partidos se cambian desde el primer juego del set. No le he dejado jugar tan cómodo como en Roma", dijo.

Nadal, que admitió sentirse preocupado por la excesiva duración del Wawrinka-Murray -"Cuando ves que el partido anterior se alarga tanto sabes que tienes un problema porque pensaba que no se podría acabar el partido"-, no se toma como una revancha la final de mañana ante Wawrinka, con la final de Australia 2014 en el recuerdo, en la que se impuso el suizo por la lesión lumbar del mallorquín: "En mi vida he jugado ninguna revancha. No es una buena mentalidad ni una buena manera de encarar nada. Es una final importante para los dos, y nada más", afirmó, rotundo. Sobre aquella final de hace tres años, Nadal abundó: "Él estaba jugando muy bien. No sé lo que hubiera pasado si no me hubiera lesionado. A lo mejor hubiera ganado, a lo mejor no. Está claro que ganar un Grand Slam te cambia, es una realidad. Wawrinka es un gran jugador que en los partidos importantes siempre responde", añadió.

Sobre las virtudes del juego de su rival de mañana, que cuenta por victorias las tres finales grandes que ha conquistado -Australia 2014, Roland Garros 2015 y US Open 2016-, Nadal destaca que "hay momentos que golpea muy fuerte y es complicado pararle. Lo que sí se puede evitar es en qué posiciones golpea fuerte a la pelota. Si juego largo y con intensidad sus opciones de éxito serán menores", explicó.

Nadal, que al comienzo de la rueda de prensa interrumpió su alocución con cara de susto por un ruido estruendoso que llegó del exterior, negó que esté jugando su mejor tenis en años: "Ni me lo planteo. En 2015 tuve problemas mentales, si es que se puede decir así, y en 2016 me vi obligado a parar por la muñeca. Soy Nadal, y salir a jugar sin tener opciones, ilusión no me hace", subrayó.

Sobre dónde puede estar la clave de la final, Nadal dijo que su juego "es bueno cuando entro y salgo. En la tierra batida tienes que buscar el equilibrio entre jugar agresivo y medir el riesgo. Está claro que el drive marca la diferencia", señaló.

Por último, y sobre si había pensado en volver a vivir un momento como este, estar en su segunda final grande este año después de los problemas por los que ha pasado en 2015 y 2016, respondió. "No miro muy lejos, desde la ilusión diaria se pueden conseguir las cosas y si el físico me acompaña puedo competir".