Tras dos años de tiras y aflojas, desacuerdos y distanciamentos, ayer hubo ´fumata blanca´ a la propuesta de Ingo Volckmann y el salón de actos de la ONCE fue testigo de una votación que se puede catalogar como histórica para el Atlético Baleares.

La Asamblea Procampo aprobó -con 198 votos a favor, 29 en contra y nueve abstenciones- ceder a la Fundación Atlético Baleares las acciones para reformar el Estadio Balear. A cambio de la cesión, se les proporcionará un pase de 50 años.

De esta forma termina todo un culebrón al que le han faltado semanas para que acabase de la peor forma posible. Y es que el Estadio Balear estaba en serio peligro de ser declarado por parte del Ayuntamiento de Palma en "estado de ruina administrativa", por lo que el siguiente e irremisible paso era la demolición del 'santuario' blanquiazul como ya le sucedió al ya desaparecido estadio Lluís Sitjar a finales del 2014.

Con esta decisión se paraliza el proceso de derribo del Estadio Balear, se aclara el futuro inmediato del recinto de la Vía de Cintura y se normaliza la situación de la entidad blanquiazul, que posiblemente pueda volver a la que considera su 'casa' a principios del año 2018 si todo va según lo previsto.

El siguiente paso a dar será presentar un proyecto para la reforma de la instalación deportiva a los responsables del Ayuntamiento de Palma.

Un Consistorio con el que tienen previsto reunirse este próximo jueves para buscar una vía de ayuda económica al club para que la reforma sea toda una realidad.

Dos millones para empezar

Cabe recordar que se estipula en un mínimo de dos millones de euros el coste de la primera fase, en la que entraría el arreglo de la tribuna cubierta.

Si todo fuera según la hoja de ruta prevista por el club, el siguiente paso sería acudir a una notaria para llevar a cabo el acto de cesión de las acciones de la Procampo a la Fundación Atlético Baleares.

Todo con el propósito de que quede un Estadio Balear remozado y reforzado, con capacidad para 6.000 espectadores -el mínimo que pide la Liga de Fútbol Profesional para validarlo en Segunda División A- y abandonar las instalaciones de Son Malferit (que quedarían para el uso de los equipos del fútbol base blanquiazul) y así dar un paso más en el crecimiento tanto deportivo como institucional de la entidad, con independencia de la suerte deportiva que finalmente tenga el Atlético Baleares en los play-offs por el ascenso a segunda categoría del fútbol profesional nacional.