Como un ciclón. Así se ha plantado Rafel Nadal a los cuartos de final de Roland Garros, lo que le ha permitido llegar fresco al partido de esta tarde ante el asturiano Pablo Carreño (15.30 horas, Eurosport, dial 60). El mallorquín, al que aquí ven poco menos que imbatible por su gran estado de forma, ha necesitado únicamente seis horas y dos minutos para superar, consecutivamente, al francés Paire (1h.52m.), al holandés Haase (1h.49m.), al kazajo Basilashvili (1h.30m.) y a Bautista (1h.51m.), para un total de veinte juegos seguidos, el segundo mejor balance de su carrera en Roland Garros, uno más que en 2012, cuando levantó su séptima Copa de los Mosqueteros.

Nadal, que volverá a jugar en la Suzanne Lenglen -a la misma hora, en la Chatrier se disputa el atractivo duelo entre Djokovic y Thiem, del que saldrá el rival de mallorquín, si pasa- no debe tener problemas ante Carreño. No solo porque le ha vencido sin excesivos problemas en las tres veces que se han enfrentado, cediendo solo un set, en Doha el año pasado, sino porque, en un partido a cinco mangas, el asturiano debe acusar en un momento u otro el tremendo esfuerzo que se vio obligado a hacer el domingo contra el canadiense Milos Raonic, un partido que se prolongó más de cuatro horas.

El cuadro no ha deparado rivales de excesiva envergadura, no se sabe si por la escasa entidad de los contrincantes o porque Nadal se encuentra pletórico. Da la impresión de que acaba los partidos con ganas de más, porque alguno, como por ejemplo ante Basivashvili, no llegó ni al entrenamiento tras ceder solo un juego.

Es por este motivo que el duelo de semifinales, si se confirma el favoritismo de Nadal ante Carreño, ya sea ante Djokovic o frente a Thiem, se presenta como una final anticipada, con permiso de Murray y Wawrinka, que aparecen en la otra parte del cuadro.

A Djokovic, actual número dos, es el rival que Toni Nadal no quiere ver al otro lado de la pista. El recuerdo de las siete derrotas consecutivas, racha rota en la semifinal del Masters 1.000 de Madrid el pasado 13 de mayo, pesan en el pensamiento del técnico y tío del campeón de Manacor. Por su parte, el austriaco Thiem, a los que muchos apuntan como potencial campeón en Roland Garros, es un tenista que siempre presenta problemas a Nadal. Su descaro en la pista y su gran gama de golpes le convierten en un jugador peligroso, como pudo atestiguar el propio tenista mallorquín en los cuartos de final de Roma, cuando cedió en su única derrota en la gira europea de tierra por 6/4 y 6/3.

Pero Roland Garros es otra historia. Es un torneo a cinco sets, donde en arcilla Nadal presenta un escandaloso balance de 99 victorias por solo dos derrotas (Soderling en 2009 y Djokovic en 2015). "Si hago las cosas bien durante mucho tiempo es difícil ganarme sobre tierra a cinco sets", dijo Nadal después de su partido de octavos ante Roberto Bautista. Pero el de Manacor, poco dado a expresar públicamente sus sensaciones y optando siempre por tocar con los pies en el suelo, no va a caer en excesos de confianza. En alguno de los partidos que ha superado sin problemas no se ha permitido ningún momento de relajación. Y hoy será igual.