El estado de psicosis en que vive la capital de Francia se ha trasladado a Roland Garros. Como una de las principales atracciones que se pueden visitar en esta primera quincena de junio, los numerosos furgones de policía son la norma en las inmediaciones del estadio de Francia, ubicado en el Bois de Boulougne. Ya a la entrada, toda persona con la intención de acceder al recinto donde se disputa el segundo Grand Slam de la temporada es revisada de arriba a abajo, como en los aeropuertos cuando no superas el control de metales.

Nadie se escapa a los registros y controles. Cada cien metros, desde la misma estación de metro de Porte d'Auteil, la principal puerta de entrada a Roland Garros, donde se congregan miles de aficionados, cualquier persona, sea un entusiasta del tenis o periodista, es retenido para mostrar los objetos guardados en los bolsos o mochilas. No es un control cualquiera. El excesivo celo conduce a vaciar íntegramente las bolsas. Nada se deja al azar en previsión de posibles atentados, como el ocurrido en las inmediaciones de Notre Dame cuando un policía ha disparado a un hombre que, supuestamente, intentó agredirle con un martillo. Tras el suceso, la policía ha instado a ciudadanos y turistas a que evitaran la zona.

Los controles, para algunos exagerados, para otros necesarios, están más que justificados por la ola de atentados terroristas que ha sufrido Francia, y en concreto París, en los dos últimos años. Todo empezó en enero de 2015 con el ataque a la sede de la revista satírica Charlie Hebdo, donde murieron doce personas. El 13 de noviembre de ese mismo año la sala de espectáculos Bataclan, ubicada en el Distrito XI de la capital francesa, fue escenario de un atentado en el que fueron asesinadas ochenta personas que presenciaban el concierto del grupo de hard rock estadounidense Eagles of Death Metal. Los cuatro atacantes también fallecieron, uno abatido por la policía y los tres restantes al hacer explotar aparatos explosivos que llevaban con ellos.

El pasado 3 de febrero un soldado francés disparó cinco veces a un hombre que pretendía acuchillarle en las inmediaciones del Louvre, y el 21 de abril murió un policía y dos más resultaron heridos en un atentado en los Campos Elíseos.