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Análisis

Gana Ducati, pierde Lorenzo

El día que el líder del Mundial de MotoGP y claro favorito al título se acuerda, nada más bajar del podio, de dos seres maravillosos, como Luis Salom y Nicky Hayden, ese día Jorge Lorenzo sufre una de sus derrotas más duras. El día que Maverick Viñales, heredero de la Yamaha del tricampeón mallorquín, saca la calculadora (no importa que estemos solo en la sexta cita de la temporada: Valentino Rossi y Marc Márquez, los dos que más teme, estaban atrás) y se conforma con la segunda plaza tras un portentoso Andrea Dovizioso, el mallorquín acepta asistir a la fiesta de Ducati, su equipo, su fábrica, felicitar, no solo a Andrea Dovizioso por su victoria sino, también, también a Danilo Petrucci por su podio. "Hubiese dado mi casa por este podio en Mugello", dijo ´Petrux´.

El día que ´Dovi´ y Petrucci demuestran que con esta moto se puede pelear por el título de la categoría ´reina´, ese día Lorenzo confiesa que aún no ha encontrado la manera de pilotarla. No ya como él quiere, ansía y desea, no, sino como le permite ella, la moto, que es totalmente distinta a la Yamaha de la que, ahora, disfruta Viñales.

El día que el Mundial se aprieta al nacer el cuarto vencedor en seis carreras (Viñales en Catar, Argentina y Le Mans; Marc Márquez en Austin; Dani Pedrosa en Jerez y Andrea Dovizioso en Italia), el día que Italia se venga de la derrota de su Juventus en la final de la Champions, va Lorenzo y expresa su preocupación "porque, por vez primera en mi carrera, los rivales me pasan en mitad de la curva, cosa que no había ocurrido nunca porque yo soy el que más y mejor corre en medio del giro". El día que Ducati demuestra que puede ganar, Jorge Lorenzo vuelve a perder. Y eso, conociendo al mallorquín, duele. Duele mucho. Pero de ésta, sale. Ya lo verán.

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