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Análisis

Así, así, así no gana el PP en Madrid

Una victoria madridista en el Bernabéu hubiera propiciado los cánticos de "Así, así, así gana el PP en Madrid". La derrota a domicilio obliga a corregir que "Así no gana el PP en Madrid". Se está demostrando que los políticos conservadores participaban dopados, pero nadie negará que aportaban unas dosis de combatividad.

Por contra, los jugadores madridistas se mostraron como mínimo displicentes ante el Barça más inseguro de los últimos tiempos, tras las estocadas de la Juve. Si alguien necesita aportar una dimensión heroica a una derrota que no merece consuelo, el madridismo se sacrificó para mantener el único bipartidismo vigente ahora mismo, el Madrid-Barça.

Sería injusto decretar que Zidane afrontó el clásico sin un plan. La consigna implantada en el neocórtex de los jugadores blancos consistía en arrearle a Messi, de todas las formas posibles. Ahí está el cepo inicial de Casemiro después de un penalti de Umtiti a Ronaldo, que estrenaba coloración capilar.

A continuación de Casemiro, también Marcelo se sumó al entusiasmo agresor, con un codazo que obligó al argentino a contener la sangre. El genio descentrado precisaba de un aliciente, no es apropiado despertar a un león dormido. Messi demostró que muerde aunque se le obligue a jugar amordazado. Literalmente.

¿Por qué un equipo que en tres horas no consigue marcarle ni un gol a la Juve, se transforma en una máquina de guerra que golea por triplicado al Madrid en una hora? La respuesta debe hallarse en la defensa. Ayer pudo apreciarse retrospectivamente el férreo ballet que los turineses oponen a sus rivales. Carvajal todavía se está vaciando los bolsillos, para averiguar qué objetos preciosos le arrebató Messi en un dribling fulgurante, que acabaría en el fondo de la portería de Keylor Navas. Por lo visto, los laboratorios de entrenamiento no contemplan una prevención tan elemental como encorvar ligeramente el cuerpo en lugar de mantenerse orgullosamente erguido, si te dispones a recibir un zarpazo del mejor del mundo en tu disciplina.

La molicie culpable de la defensa blanca se reprodujo en el segundo gol. En el tercero ya me había negado a seguir analizando, no tiene sentido detallar un encuentro en que el Madrid estaba siempre resignado a encajar un tanto más de un equipo nada superior. La resaca del Bayern superó al trauma de la Juve.

Lejos quedaron los tiempos en que una victoria en el Bernabéu salvaba la temporada azulgrana. El Barça adquiere un liderazgo hipotecado, su triunfo indiscutible no oculta la renuncia a los valores de su juego que pronto solo podrán rastrearse en el No-Do moderno, que algunos llaman youtube. Sorprende por ejemplo contemplar a los barcelonistas replegados como si fueran, sí, un equipo italiano. También asombra el alargamiento de la longitud de sus pases conforme se acorta la ambición de sus objetivos.

Luis Enrique deja al equipo cuando más cerca estaba de identificarlo con su estilo de juego brusco y romo, en el que cada pase sin consecuencias es un pase de más. Madrid y Barça festejaron el Día del Libro escribiendo una densa novela, con dilatado recorrido y un final precipitado en las últimas páginas.

El Madrid de Zidane depende de sí mismo para ganar los dos torneos principales en que participa. Sin embargo, ayer aprendió que su defensa no funciona y su ataque se ejecuta a trompicones. La pregunta a resolver por el Barça ganador es más sencilla. ¿Cuántos menores de 25 años alinea que superen en calidad a los mayores de esa edad? Ahí radica la clave de la renovación. Los barcelonistas buscan el futuro en el pasado, los madridistas en el desorden.

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