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Voleibol

Una lesión oportuna

John Molina, campeón con el Ca'n Ventura, dejó el baloncesto a los 26 años por dolores de espalda

John Molina posa ayer para este diario en el Germans Escalas con un balón de baloncesto y otro de voleibol. T. Tenerife

La historia del mallorquín John Molina Van De Kamp (Palma, 1982) es el más claro ejemplo de que en la vida todo es posible. El pasado domingo, a sus 34 años, el deporte al que se agarró nuestro protagonista -el voleibol- tras saber que el baloncesto se le acababa, le iba a deparar una alegría tan grande como el de ser Rey de Copas. Y es que John forma parte de una plantilla, la del Ca'n Ventura, que está escribiendo con renglones de oro un debut en la Superliga que va camino de romper todos los registros.

De momento, la Copa del Reyes el primer golpe sobre la mesa. Y con Damià Seguí como impulsor de este proyecto deportivo, la competición doméstica debe ser el siguiente objetivo. Para llegar a este punto, nuestro protagonista tuvo en su modesta trayectoria deportiva un punto de inflexión que en principio no presagiaba nada halagüeño para el propio Molina.

Del baloncesto al voleibol

De los 10 a los 18 años residió en Menorca por motivos laborales de sus progenitores. En este periodo de tiempo, de la mano del Boscos y del Ciutadella empezó a practicar el baloncesto. De vuelta a Mallorca (año 2000) Son Cotoner / Ciutat de Palma, Bàsquet Inca y Molinar fueron sus destinos deportivos, en los que destacaba por su fortaleza física gracias a sus 200 centímetros de estatura, fajándose por lo general con los interiores referencia del equipo rival. Pero su espalda empezó a darle problemas. Y aquí empieza la "otra historia".

"Con 24 años empecé a tener molestias en la espalda. Se me diagnosticó una protusión discal, lo que provocaba pinzamientos y me impedía jugar. Curiosamente, el correr me perjudicaba, por lo que me planteé cambiar de deporte". Y el voleibol apareció en su horizonte, aunque de forma muy curiosa. "No había jugado nunca en pista, solo en la playa con mis amigos. Y por ello, busqué por internet, llamé por teléfono, les atrajo el tema de mi estatura y lo que podía aportar. Y aquí empezó todo".

A buen seguro que su primer entrenador en Alaró, Joan Rebassa, no debía sospechar ni por asomo que este 'grandullón' que venía a entrenar al club de Es Raiguer, con el tiempo llegaría a jugar en la élite pese a "empezar muy tarde en este deporte, ya que me inicié con 26 años". Tras pasar por Pòrtol, recaló en Esporles para seguir jugando en categoría regional, hasta que apareció Damià Seguí. Y todo cambió gracias a la ambición deportiva del auténtico factótum del voleibol mallorquín. "Es una persona muy curiosa, ya son cinco años que estoy con él, y es una persona muy positiva, que si se le mete algo en la cabeza, hace todo lo posible por conseguirlo. Es una gran ayuda. Sin él, este proyecto es impensable".

De hecho, Seguí no estuvo en Leganés, pero siguió con intensidad desde su domicilio la final. "Sé que llamó después de la final al cuerpo técnico para felicitarnos por el título. Y también les ha comentado que no piensa volver a ver un partido de voleibol, que lo vamos a matar de un infarto", comenta entre risas el propio John sobre la figura de un Seguí sobre el que siente a la vez admiración y cariño. "Solo podemos agradecerle todo lo que ayuda para que esto sea posible, el esfuerzo y lo que se deja para este deporte, y por ello se merece más que nadie el título que hemos conseguido", aunque ya sabe que lo que ahora toca es "ganar la Liga. Hemos pegado ya un golpe sobre la mesa, y por nosotros no va a quedar", afirma un John Molina al que una lesión le ha cambiado su vida deportiva para bien.

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