Análisis: Ante una gran oportunidad, por Ricard Cabot

A Nadal se le han abierto las puertas de par en par para sumar su decimoquinto título de Grand Slam. No solo por las rápidas eliminaciones de Murray y Djokovic, sino, y sobre todo, porque el mallorquín ha vuelto por sus fueros. Vuelve a ser el tenista agresivo y competitivo capaz de ganar a cualquiera. Su derecha vuelve a ser temible para sus rivales, su servicio, sin ser una maravilla, vuelve a ser fiable, y de nuevo atemoriza a los jugadores que tiene al otro lado de la red.

La estadística cuenta poco en el deporte, y más en el tenis, pero no se debe obviar que tiene el balance favorable con los tres jugadores que quedan en liza en el torneo. Un dato a favor y otro motivo para que se le tenga un respeto especial. Pocos hubieran apostado por que Nadal llegara a las semifinales, pero el manacorí ha vuelto a demostrar que si las lesiones le respetan, si es capaz de jugar sin ningún tipo de molestia, puede ganar a cualquiera. A sus 30 años, tiene hambre de triunfos, de títulos. Lo más sorprendente de este fenómeno de la naturaleza es que, pese a los muchísimos contratiempos que ha sufrido a lo largo de su carrera, ha sido capaz de reinventarse y de volver a meterse en la lucha por estar entre los mejores.

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