­La muerte súbita no es la primera vez que golpea a un deportista mientras juega un partido en Mallorca. Con el fallecimiento repentino del baloncestista José Antonio Ortiz este pasado miércoles son ya tres los que se dejaron la vida sobre el terreno de juego. Los anteriores fueron futbolistas.

El caso más sonado ocurrió en septiembre de 2015 cuando Julián Ronda (Francia, 1971), exjugador del Mallorca y Leganés, entre otros equipos, falleció de manera repentina mientras jugaba un partido amistoso con los veteranos del Mallorca.

El trágico suceso ocurrió un sábado por la tarde en el campo del Colegio Àgora de Portals (Calvià), donde se jugaba un triangular entre los veteranos del club rojillo -como Scaloni, Iván Campo o Ibagaza- y representantes del Àgora Palma y el Àgora Barcelona.

Casi al término del primer partido y tras marcar un espectacular gol de cabeza, Julián Ronda pugnaba por el balón en una jugada del encuentro y cayó fulminado al suelo.

Para encontrar el segundo caso hay que remontarse a febrero de 1995, cuando en el XIII Torneig de fútbol de empresa el jugador Benito Morey, de 45 años, se desplomó mientras jugaba con su equipo, el Gym Squash Puigpunyent, ante el Oli Caimari. Este futbolista se sintió indispuesto mientras corría por la banda y cayó de forma fulminante sin que se pudiera hacer nada por salvar su vida.

A nivel nacional y mundial son conocidos numerosos varios de jugadores que han fallecido por muerte súbita, como Antonio Puerta (Sevilla), Feher (Benfica) o Marc-Vivien Foé (con la selección de Camerún). La muerte súbita es impredecible, aunque los médicos siempre aconsejan que los deportistas pasen una revisión médica antes de empezar a entrenar y jugar.