Mallorca puede presumir de otra estrella en la galaxia del baloncesto. Ocho años menos un día después de que lo hiciera Rudy Fernández con los Blazers, Álex Abrines debutó en la NBA con la camiseta de Oklahoma City Thunder. Un sueño cumplido, por mucho que suene a tópico, para un jugador que no hace tanto defendía el escudo del La Salle de Palma. Apenas fueron trece minutos, pero ya dejó algún detalle de lo que es capaz en la victoria de su equipo frente a los Sixers de Philadelphia (97-103). Anotó un triple con la misma técnica, talento y facilidad que le llevó a dar el salto desde la isla al Unicaja de Málaga, paso previo a su llegada al Barcelona, desde donde ha dado el salto a la mejor Liga del mundo.

Abrines, de solo 23 años, es consciente de que le queda mucho camino por recorrer, pero goza de la confianza de Billy Donovan, su nuevo técnico. "Todos dicen que esto es muy complicado. Intentaré dar lo mejor de mí mismo, aunque sé que el primer año no será fácil. Aquí el juego es mucho más físico y en este aspecto tengo que mejorar, pero estoy convencido de que me irá bien", explicó visiblemente ilusionado en una cadena de televisión estadounidense en unas declaraciones recogidas por IB3 Televisió. "Un camiseta para guardar, un día que jamás olvidaré!!", escribió eufórico poco después en su cuenta personal de Twitter posando con la elástica de los Thunder.

El mallorquín aportó tres puntos al anotar 1 de 2 tiros de campo, no fue a la línea de personal, capturó un rebote, perdió dos balones y cometió tres personales. Las estadísticas no son relevantes para un estreno, ni mucho menos, pero a buen seguro que el reto de Abrines es ir adquiriendo un mayor protagonismo a medida de que pasen los partidos y, por supuesto, engordar sus guarismos. Su margen de mejora es enorme en una Liga en la que, aunque sea medallista de bronce olímpico con España, entre otras cosas, todavía es un desconocido.

De hecho, incluso aclaró su procedencia a los periodistas. "Soy de una pequeña ciudad, de una pequeña isla en España que se llama Palma de Mallorca (sic). Hablamos español y catalán", comentó. Y también desveló cómo apostó por el deporte de la canasta. "Quería jugar a fútbol, pero mi padre era jugador de baloncesto -Gabriel Abrines militó en varios equipos de la ACB-. Tenía cinco años y él me dijo que solo iba a jugar a baloncesto", comentó en un buen inglés. Lo que es seguro es que tendrá tiempo de perfeccionarlo porque quiere que su carrera en los Thunder sea muy larga.

El equipo de Oklahoma venció con cierta solvencia a los Sixers, franquicia en la que milita Sergio Rodríguez. El exbase del Real Madrid jugó bien en el apartado individual y de equipo, pero su aportación de 12 tantos y nueve asistencias, no fueron suficientes para hacerle frente a la inspiración de la estrella Russell Westbrook, auténtica referencia en el conjunto de Abrines.

Por su parte, Marc Gasol confirmó que está ya cada vez más cerca de la plenitud de forma física tras la grave lesión que sufrió la pasada temporada en el pie derecho y fue clave en la victoria de los Grizzlies ante los Timberwolves de Minnesota (102-98). El mediano de los hermanos Gasol estuvo 32 minutos en el campo y consiguió 18 puntos. Todo un ejemplo de adaptación a la NBA para Abrines, que tiene mucho por delante. El futuro es suyo.