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Análisis

El Día que nadie creyó a Rossi

Es un auténtico maestro. Otra cosa es que no pasen los años para él, que pasan, y que, por tanto, ya no tenga un dominio tan absoluto sobre la situación física, competitiva, peleona del Mundial de MotoGP. Bueno, en parte, por culpa de esos dos monstruos insaciables que se llaman Jorge Lorenzo, al que no ha podido comerle el coco nunca y que, casi siempre, le ha derrotado con su propia moto, y Marc Márquez, al que, incluso, le llegó a enviar dos payasos de una televisión italiana para que le asustasen en Cervera, pero que acabó demostrando que aquel biscotto que se había inventado para justificar su derrota de Valencia-2015 y la pérdida de su décimo título, no valía como excusa. Valentino Rossi, que continúa siendo el icono del Mundial, dijo ayer que este campeonato se ha terminado. Que Márquez, no solo tiene ya una diferencia casi abismal (53 puntos sobre él mismo y 59 puntos más que Lorenzo) sobre sus perseguidores, sino que está corriendo de cine, de película. "Está imposible. Perdón, casi imposible. Bueno, dificilísimo. Es más, yo he decidido centrarme en el subcampeonato, de ahí que este segundo puesto y haber superado ya a Jorge (Lorenzo) en la general, me tenga tan contento y feliz. Voy a seguir intentándolo, ¡claro que sí! Porque aún restan siete carreras y 175 puntos, pero está casi imposible". Oído esta parte del discurso, muy pocos periodistas corrieron hacia sus mesas, marcaron el teléfono de sus redacciones y gritaron ¡Rossi lanza la toalla! ¡Rossi da el Mundial por perdido! ¡Rossi nombra tricampeón a Márquez! ¡Ni hablar! Nadie le creyó. Y mucho menos, Marc Márquez Alentá, el líder indiscutible. "Perdón, perdón, deben creerme: esto está imposible", insistió el Doctor, "Marc está corriendo fantásticamente, con gran determinación en cualquier terreno y condición, está practicando un bellísimo pilotaje y, ahora, me parece inalcanzable", añadió Rossi, que aseguró haberse puesto nervioso porque llevaba tres carreras sin subirse al podio.

Lorenzo, que vio cómo su neumático delantero se destrozaba "justo cuando empezaba a rodar bien, a animarme sobre el agua, a remontar", cree que, sí, que la cosa se ha puesto difícil "pero aún quedan muchos puntos". El tricampeón mallorquín, cómo no, se sigue agarrando (sin desear mal a nadie) al susto que sufrió Márquez en el entrenamiento del sábado de Spielberg donde pudo hacerse mucho, mucho, daño. También Márquez nombra ese incidente "como la viva demostración de que esto es muy largo".

Pero ese de todo parece muy controlado por Márquez. "¿El secreto? Solo uno: seguir con la misma mentalidad ganadora, no creer que tienes dos victorias de ventaja y, sobre todo, ser muy competitivo siempre. Esa es la clave: que los rivales te vean fuerte en cualquier condición, para que así no les suba la moral. ¿La calculadora? "Cuando lleguemos a la gira asiática, le cambiaré las pilas y, tal vez, empecemos a calcular". Antes no, por más que Rossi diga que esto está ya finiquitado. Ya.

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