Objetivo cumplido. El Atlético Baleares se proclamó campeón de la Copa Federación después de superar por la mínima (1 a 0) al Rayo Majadahonda, haciendo bueno el empate a dos del encuentro de ida en el Cerro del Espino. Y lo hizo en el marco de un partido propio de una final copera, con más pasión y tensión que continuidad y brillo en el juego. Y dentro de lo que fue el guion escenificado en esta final a doble partido, el Atlético Baleares fue globalmente mejor que los madrileños, un digno rival que porfió hasta el último aliento por la Copa. La fiesta en Son Malferit fue enorme con una afición -unos 1.300 hinchas- eufórica por el título.

De salida, el Atlético Baleares marcó el ritmo que más le convenía, a sabiendas de que los visitantes eran los que llegaban al partido en desventaja. La primera acción de peligro real de los visitantes no llegó hasta el minuto 13, momento en que una combinación de Rubén por su izquierda no acabó en el 0-1 porque el remate de Portilla -muy desacertado en el partido de ayer- se encontró con la enorme intervención de Vicenç Sabater. La respuesta inmediata de los de Ziege llegó primero con un remate con la testa de David Prieto que se fue a las manos de Miguel Ángel. Fue solo un aviso de lo que les vendría después. Fue rondando la media hora de partido. Una colosal irrupción por la derecha de su ataque del gladiador Joan Vich acabó con un centro-chut que fue rematado a puerta vacía, solo en el segundo palo, por Rubén Jurado, sumando así su cuarto gol en la competición, segundo en la final. Con el tanto a favor, y la moral tocada en el once de Toni Iriondo, el Atlético esperaba a su rival para explotar a la contra las tremendas facilidades que Javi Lorente ofrecía por su costado derecho. Y en una de ellas, Malik se fabricó un formidable disparo en rosca desde fuera del área con efecto, y que no acabó en gol porque la madera lo impidió. Al intermedio, 1-0. Justo, merecido y quizás algo corto.

Tras el paso por vestuarios, el Rayo Majadahonda pasó a dominar, aunque era un control irreal, ya que las ocasiones más claras seguían siendo blanquiazules. Las tuvieron Rubén Jurado, Javi Casares y Thilo Leugers. El portero visitante Miguel Ángel, con sus paradas, hacía posible que su equipo siguiese enchufado al partido. Iriondo movió piezas. Metió a Jorge Fernández y al larguirucho Toni, buscando a balón parado lo que no llegaba en jugada. Pero, ni con esas. Y cuando encontraban algún resquicio en la zaga blanquiazul, la falta de puntería de los majariegos y las intervenciones de Vicenç Sabater ­-pocas, pero efectivas- dejaron en estéril el arreón final de los madrileños, quedándose la Copa en Palma, para mayor alegría de un Atlético Baleares que por vez primera acoge dicho logro en sus vitrinas, al igual que hicieron en su momento el Mallorca B y el Binissalem. Una tarde para la historia del club blanquiazul.