José Antonio Rodríguez Hidalgo, periodista de Diario de Mallorca durante cinco décadas, falleció ayer en Sabadell a la edad de 78 años. Con su desaparición, el periodismo mallorquín pierde a un referente, un periodista de los de antes, culto y siempre atento a la actualidad.

Nacido en Tordesillas (Valladolid), llegó muy joven a Mallorca, guiado por un tío sacerdote. Titulado por la antigua Escuela de Periodismo, de lo que podían presumir muy pocos en Mallorca, lo fue todo en el diario en el que aterrizó al poco tiempo de cumplir la veintena. Desde director durante unas pocas semanas a la espera del nombramiento de uno nuevo hasta redactor de cierre, o de platina, como se conocía en sus tiempos. Pero fue en su cargo de redactor jefe de la sección de Deportes donde realmente se dio a conocer con su afilada pluma, primero en la redacción de la Rambla, luego en Conflent y posteriormente en el Polígono de Llevant.

Rodríguez Hidalgo, que trabajó en Deportes como lo podría haber hecho en la sección de Política o de Cultura -era una enciclopedia andante-, sabía de todo. Más que nadie de natación, deporte del que era un auténtico experto, como quedó reflejado en sus miles de crónicas. No se le escapaba campeonato en el calendario, por pequeño que fuera, siempre pendiente de lo que hicieran los mallorquines. Precisamente, el Club Natación Palma, club al que estuvo vinculado como periodista, socio y padre de nadador, se acordó ayer de "una de las personas que mejor informaban y más sabían de natación a nivel nacional". Padre de Cristina, Toño -futbolista-, Juan Pablo y Luis, estos dos últimos nadadores, estuvo casado con María del Pilar Adalia, jefa de Enfermería del Joan March.

Cronista de fútbol durante muchos años, contaba el otro lado de los partidos en su popular sección 'Block de notas', una visión diferente a las crónicas del también recordado Marc Verger. Junto a Tomeu Garcías y Paco Riutord, y anteriormente Bernat Comas, formaron un equipo de Deportes de primerísimo nivel.

Durante más de dos décadas fue también el responsable de la sección de Motor, que le permitió viajar por medio mundo para asistir a las presentaciones de las marcas automovilísticas.

Enamorado de su profesión -lo primero que hacía al llegar a la redacción era hojear de arriba a abajo todos los diarios- y fiel al periódico hasta el último día, en junio de 2002 -en sus inicios repartía diarios cuando acababa su jornada laboral, que se sabía cuándo empezaba, pero no cuándo terminaba-. Experto en cocina, era un conversador inagotable. Lo pudo comprobar, entre muchos otros, Amador Cortés, exjugador del Mallorca, Atlético de Madrid y Deportivo, de la Casa Gallega, de la que era un habitual. Con su muerte, desaparece todo un clásico del periodismo mallorquín. Descanse en paz.