—Lleva poco más de tres meses aquí y ya ha hecho historia clasificando al Baleares para la Copa Federación.
—No era el plan inicial, pasó con el tiempo. Recuerdo que al principio poníamos a jugadores que no eran habituales en la Liga, que era la prioridad. Pero empezamos a ganar partidos y, llegados a este punto, queremos vencer en la final y llevarnos la Copa. Muchos jugadores trabajan toda la vida para estar una vez en una final. Y este torneo no es fácil porque al final son muchos partidos en una temporada.
—En la Liga no les va tan bien como en la Copa. ¿Por qué les resulta más difícil?
—Tengo un enorme respeto por la Segunda B. Hay un montón de equipos muy buenos. Incluso los equipos que están en la parte baja ganan contra los de arriba constantemente. Los equipos de arriba juegan más al fútbol, y el resto utiliza los recursos que pueden. Cada uno juega como puede, pero en todos los partidos tienes que invertir mucho esfuerzo y concentración para ganar.
—El Llosetense es un ejemplo de modesto que ha ganado a equipos de arriba. También al Baleares.
—Jugar allí no es una tarea muy agradable. Todos los equipos lo pasan mal en Lloseta porque hay una atmósfera caldeada y el campo tiene unas características que lo convierte en incómodo.
—Muchos de sus futbolistas han jugado en Segunda, alguno incluso en Primera. ¿No es una desventaja en una categoría donde se lucha mucho?
—El problema es más bien que hacen falta jugadores con un nivel futbolístico suficiente para que sepan ganar a un equipo que lucha.
—Malik tuvo una difícil adaptación, pero ha mejorado.
—Sí, sus partidos como ‘6’ son muy buenos. No hay que olvidar que para ser jugador de Segunda B también hay que saber jugar al fútbol. En mi época en el Bayern a veces entrenaba con el primer equipo y el fin de semana jugaba con el segundo en la liga regional. Allí se pensaban que iba a ganar el partido solo. Pero no es tan fácil.
—¿Es más fácil manejar a los jugadores españoles o a los alemanes?
—Lo bonito es que el equipo está muy unido y juegan todos a lo mismo. Hay diferencias en la mentalidad. Los españoles, por ejemplo, son ruidosos, hablan mucho y escuchan la música muy alta. Los alemanes son más tranquilos. Pero a la hora de trabajar no hay diferencias, todos se entregan al mismo nivel.
—Parece que los alemanes no tienen ventajas con usted. De hecho, algunos empezaron en el banquillo. ¿No quería dar una imagen de que privilegiaba a unos sobre otros?
—La nacionalidad me da completamente igual. El once que elijo tiene que ver con la idea de cómo afrontar un partido. Juega el que me convence en los entrenamientos y el que creo que mejor puede combatir al rival.
—¿Todavía cree en el ascenso?
—No lo descarto mientras exista la posibilidad. Para eso lucharemos. No me gusta renunciar a objetivos antes de que teóricamente sean imposibles. Hacemos todo lo posible para que se haga realidad este año.
—¿Ya planifica la temporada que viene?
—Hablamos mucho. Tengo contrato y estamos mirando posibilidades para fichar.
—¿Le ha parecido difícil adaptarse a la isla?
—No. Mi mujer y yo nunca hemos tenido muchos problemas porque hemos vivido en muchos sitios diferentes. Tardas una par de semanas, pero el club me lo ha hecho muy fácil. Tenemos un bonito piso en Illetas y estamos muy bien ahí.
—¿Qué tal su español?
—Tengo que decir que es más complicado de lo que pensaba. Escuchar es fácil, pero a la hora de hablar me sale más el italiano. Los dos idiomas se parecen mucho. Hace poco tuve una entrevista con un periódico italiano y ahí sí que me salieron palabras españolas. Pero quiero aprender español cuanto antes porque te acerca más a los jugadores. Aunque para el trabajo diario no es tan problemático porque nos comunicamos en inglés y con gestos.
—¿Ve favorita a Alemania para la Eurocopa?
—El potencial está ahí. Existe la posibilidad. Luego están otros candidatos que ya conocemos como España, Italia y Francia, que tienen posibilidades. También habrá una sorpresa supongo. Y creo que Bélgica va a hacer un buen papel en el torneo.
