"La gente te da la enhorabuena cuando ganas. Pero en el deporte no todo son flores, ni mucho menos. No se ve el sufrimiento que hay detrás", subrayó Mavi García. De eso hablaron la duatleta mallorquina y el corredor de larga distancia Miquel Capó en ´La otra cara de la competición deportiva. Solidaridad y superación personal´, conferencia organizada ayer por la Unidad de Salud del Deporte del hospital Sant Joan de Déu.

Ambos repasaron sus éxitos y también sus fracasos, y centraron sus respectivas ponencias en momentos particularmente delicados que exigieron lo mejor de sí mismos. En el caso de García, una aparatosa caída durante la tercera etapa del Tour de San Luis, en Argentina. Capó, por su parte, recordó el sufrimiento que supuso su concurso en la Cosatal Challenge de Costa Rica.

García evocó los inicios de su andadura en la competición, y cómo al poco de empezar tuvo que parar medio año a causa de una anemia que no la dejaba ni salir a la calle. "Mi cuerpo no aguantó tantas carreras. Pero cuando me recuperé compatibilicé las carreras populares con la competición en pista, y llegaron las marcas", indicó la mallorquina. "Después de las cosas malas, siempre me ha venido algo muy bueno", destacó a modo de síntesis sobre lo que ha sido su carrera deportiva.

La duatleta se detuvo en la grave caída que sufrió en el Tour de San Luis. "El seguro me cubría 200 euros para repararme los dientes. Pero con las lesiones que me había provocado no tenía ni para empezar", lamentó. "La caída fue muy fuerte, no recuerdo lo que pasó. Pero me dio más rabia el hecho de no haber podido demostrar lo que podía conseguir en aquella prueba que el hecho de caerme. Estaba en un gran momento de forma", valoró.

De nuevo demostró su capacidad de superación cambiando el hospital por los entrenamientos en solo cinco días.

Por su parte, Capó resaltó una de las máximas que le han acompañado a lo largo de su trayectoria deportiva: "Una victoria es mérito del que la consigue y de las personas anónimas que le han ayudado a conseguirla".

El corredor de fondo vivió las dos caras del deporte en la durísima Maratón de Sables. "El primer año que la corrí quedé tercero. Todo iba bien y cada noche recibía sesenta o setenta correos dándome ánimos. Mi segunda vez todo fue mal. Llegué cansado, tuve problemas físicos y estuve de los últimos. Cada noche recibía seis o siete mensajes. Eran de la gente que realmente me quería; eso lo llevo muy dentro", recordó.

El mallorquín emocionó al auditorio cuando contó su reciente experiencia en Costa Rica. Quería llegar de los primeros porque en la camiseta había pintado el nombre de dos niños con enfermedades raras a los que quería reivindicar. "Cuando llevaba trece kilómetros me metí en un río para refrescarme, pero aquello me dejó K.O. por el cambio brusco de temperatura. No podía respirar, apenas oía y se me iba la vista. No podía continuar y me quité la camiseta porque estaba avergonzado de haber escrito aquellos nombres y ver que no podía continuar pese a que ellos lo pasan peor que yo", rememoró.

De aquella experiencia el corredor de fondo rescató la solidaridad de un amigo que le ayudó a superar toda la prueba pese a que a él mismo le perjudicó porque no pudo terminar entre los primeros.