Messi se toma demasiado en serio el fútbol como para malpensar de sus intenciones. En la búsqueda de la imposible perfección, la estrella argentina dio un paso más en su condición de futbolista genial y puso en práctica lo que ya otro ídolo barcelonista, Johan Cruyff, ensayó con éxito en 1982, cuando militaba en el Ajax. No hubo burla, sino generosidad infinita hacia sus compañeros al renunciar a marcar su gol 300 en Liga, objetivo que solo él puede desdeñar porque llegará más pronto que tarde. Harto de fallar penaltis, plagió al 'holandés volador' en bien del equipo. El debate de si el Celta puede sentirse ofendido es del todo absurdo desde el momento en que la acción está estipulada en el reglamento. No se quejó Berizzo ni ninguno de los jugadores celtiñas, y tiene razón Luis Enrique cuando dice que en España se aplaude más un patadón que una filigrana. Si no se critica la exagerada celebración de un gol con 7-0 en el marcador, tampoco puede serlo el penalti de Messi, genial se mire como se mire.
