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Tribuna

El descontrol técnico

El Madrid ha llegado a tal grado de descontrol que el presidente ya ni se molesta en decir por qué se carga al entrenador. Ni la más mínima referencia hizo Florentino Pérez a los motivos de la destitución de Benítez el lunes como paso previo al anuncio de que Zidane era el nuevo técnico del primer equipo blanco. Ni siquiera lo tan manido de que los resultados no acompañaron. Total, ¡para qué! Después de aquel "no sé" como respuesta a la pregunta en rueda de prensa de por qué el Madrid rescindía el contrato a Ancelotti, ¿qué más puede decir Pérez cada vez que procede a un relevo en el banquillo?

El presidente del Madrid va a entrar en la historia como el mandatario de un club grande que más entrenadores ha echado. A ver quién iguala la marca de cambiar prácticamente cada año de técnico. Zidane es el undécimo en doce años que lleva Florentino Pérez de presidente. Y vamos a ver en qué acaba la cosa porque el mandatario blanco no ofrece más que desconfianza en sus decisiones a la vista de su trayectoria.

Hay factores exógenos por tanto en el fracaso de Benítez. Como sus predecesores, el técnico madrileño se encontró con un equipo hecho y con un margen mínimo de maniobra porque los fichajes del presidente tienen que jugar. Que hay un porrón de centrocampistas y ningún mediocentro de garantía, problema del entrenador; que los atacantes no quieren saber nada de tareas defensivas, allá se las apañe el entrenador. Pérez creía que Benítez iba a ser capaz de obrar el milagro porque su máximo hombre de confianza en el club, José Ángel Sánchez, director general, no se cansaba de hablarle de las virtudes de Benítez, que era metódico, que sus equipos eran un dechado de organización táctica y que por tanto podía sacar rendimiento del descontrol de equipo que tenían. Sánchez, por cierto, es también amigo de Benítez.

Pero Benítez tiene también su parte de culpa. Benítez nunca estuvo a la altura de lo que requiere la enorme exigencia de un banquillo tan terrorífico como el del Madrid. Para empezar, cometió un error de bulto. Se fue a Gales a hablar con Bale. Por hacer la gracia al presidente, que piensa en el galés como el futuro líder en el campo del equipo, se puso a su disposición. Y le dio galones. Que el galés quería jugar por detrás de los delanteros, a su antojo, sin problemas. Como es de suponer eso cayó como una bomba en los demás jugadores, que tomaron nota de cómo operaba el nuevo entrenador.

Cristiano Ronaldo fue lógicamente el primero en apuntar el feo. Y bueno es el portugués como para sentirse despreciado. Viendo su pérdida de protagonismo acrecentó su individualismo. Jugó más que nunca para él. Por si fuese poco Benítez no fue capaz de decir que era el mejor jugador que había tenido a su disposición. Pero poco a poco el técnico se fue liando con otros futbolistas, como James, Isco, Kroos? El equipo se le iba de las manos y paralelamente llegaban los malos resultados. Siempre en los momentos decisivos. Siempre contra los fuertes. Las goleadas a los débiles no paliaban la realidad de que el Madrid estaba lejos incluso de dominar los partidos. Hasta que llegó el batacazo de Valencia. No sólo porque el equipo había dejado pasar otra oportunidad de acercarse al Atlético y al Barcelona sino por la sensación de mediocridad. Los jugadores se habían tirado del carro. Las declaraciones de final de partido anticipaban lo que iba a pasar. La caída de Benítez. Ni uno salió en defensa clara del entrenador después del partido de Mestalla.

Benítez es la última víctima de la tarea imposible que es ser entrenador del Madrid porque el que se sienta en el banquillo blanco tiene por encima a alguien que no sólo es el presidente sino que se considera también entrenador y secretario técnico. Y ejerce de ello. A ver cómo es capaz de lidiar ese toro Zidane. De momento no se le conoce ningún mérito especial como técnico. No es mucho para empezar.

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