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Tenis

Djokovic, el termómetro de Nadal

El serbio calibra el estado real en el que se encuentra el mallorquín, al mismo nivel de los mejores pero todavía muy lejos del número uno - En los últimos tres meses de competición ha recuperado los automatismos de su juego

El número 1 del mundo, Novak Djokovic.

Rafel Nadal ha aprovechado el tiempo desde que el pasado 2 de julio cayera en la segunda ronda de Wimbledon contra el 102 del mundo, el alemán de origen jamaicano Dustin Brown. Toni Nadal y su equipo tenían claro que algo había que cambiar para volver a estar al nivel de los mejores. Desde esa fecha y hasta el pasado sábado, en que cerró la temporada con su cuarta derrota en 2015 ante el número uno del mundo Novak Djokovic, el juego del mallorquín ha sufrido una transformación que se ha notado en su rendimiento. Lejos quedan ya las derrotas ante jugadores contras los que nunca había perdido.

El campeón de catorce grandes vuelve a jugar de tú a tú contra los mejores, salvo Djokovic. El serbio se ha convertido en el mejor termómetro para calibrar el estado real de Nadal. Salvo al balcánico, con el que ha perdido este año en Montecarlo, Roland Garros, Pekín y Copa de Maestros sin ganar un solo set; y Federer, con el que cayó en la final de Basilea en tres sets, contra el resto ha plantado cara e incluso ha sido capaz de ganar.

Nadal ya no es el tenista timorato y falto de agresividad de principio de año. Ahora intenta mandar, marcar el ritmo del partido. Ha recuperado los automatismos de su juego, como la amplitud de la zancada, lo que le permite llegar antes al golpeo, y la elección del saque. Desde el torneo de Pekín, el pasado mes de octubre, en el que alcanzó la final, perdida cómo no ante Djokovic, cedía el primer servicio al rival. Siempre elegía el resto. Pero ahora comienza sacando. “Lo lógico es empezar sacando”, afirma su tío y entrenador Toni, pese a que a lo largo de su carrera no le haya ido precisamente mal empezar al resto.

El tenis actual obligó a Nadal a replantear su estilo de juego. Los resultados no acompañaban y sus triunfos en Buenos Aires, en febrero, y en Stuttgart, en verano, ambos de categoría menor, no aliviaron la ansiedad en su juego, lo que hace dos semanas describió en el Auditorium como “lesión mental”. Era obligado ganar potencia y ser más definitivo para que los partidos fueran más cortos y no sufriera tanto desgaste.

Tras su debut en el Abierto de Estados Unidos, que ganó al joven croata Borna Coric, Nadal hizo una reflexión en la que explicaba sus problemas en la pista. Se sinceró y dio algunas de las claves de la crisis en su tenis. “No tengo las opciones que tenía antes. El juego ha cambiado, la gente juega más rápido, no especula, juega a cara o cruz todo el rato. Uno no puede ir en contra de lo que marca el deporte. Hay que ir con el deporte, es el camino a seguir”, comentó. Es decir, castigar menos su físico y buscar pegada. Era imprescindible mostrarse agresivo para recuperar el dominio en la pista.

A siete meses de alcanzar la treintena, se ha visto en este tramo final del año a un Nadal diferente. Ha abandonado el fondo de la pista para tomar la iniciativa. Su servicio, menos dañino que el de muchos de sus rivales, sigue siendo un problema cuando se trata de enfrentarse a los mejores del circuito. Pero no lo suficiente para ganar a Wawrinka, Murray o Ferrer, sus víctimas en la fase de grupos de la Copa de Maestros.

Nadal es consciente de que tiene mucho que mejorar si quiere volver a jugar de igual a igual con Djokovic, ahora mismo un jugador imbatible y que amenaza con romper todos los récords habidos y por haber. El mallorquín remarca que “ahora” no está “a mi alcance”, y “tendré que mejorar mucho si quiero ganarle algún día”. El de Manacor, que se tomará unas semanas de vacaciones antes de preparar la próxima temporada, se ha tomado este final de año como una pretemporada para llegar en plena forma al Abierto de Australia, que ya conquistó en 2009 y que tiene entre ceja y ceja.

Positivo como es, Nadal ha sabido ver siempre el vaso medio lleno, aun en los peores momentos, y ha habido unos cuantos en la peor temporada de su carrera, en la que, por primera vez desde 2005, se ha quedado en blanco en cuanto a torneos de Grand Slam y Masters 1.000, un dato que revela la dimensión real de su crisis de juego.

Nadal siempre destaca que si las lesiones le respetan, y este año lo han hecho, se mantendrá en la élite. Pero para aumentar su excelso palmarés deberá dar un paso más porque para ello, y si Djokovic no afloja, se verá obligado a superar al balcánico, ahora mismo invencible. Roland Garros, el gran objetivo de Nole por ser el único grande que le falta, y el Grand Slam más asequible para Nadal, será la gran cita de 2016.

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