La estructura vital del Oviedo ha estado marcada casualmente por gente con el mismo nombre. Primero Carlos Tartiere, el primer presidente del Real Oviedo, luego Carlos Muñoz, delantero de la década de los ochenta y noventa y ahora Carlos Slim, actual propietario del club. Todos ellos unidos por la casualidad del nombre y por el Oviedo.

Nacido en 1961 en Úbeda (Jaén) en el seno de una familia humilde, Carlos Muñoz pronto empezó a despuntar en el mundo del fútbol en Cataluña, donde su familia fue a vivir cuando apenas tenía 7 años. Santa Eulalia, Juventud Hospitalet, Polvoretense e CF Igualada fueron los primeros equipos que fueron puliendo al versátil jugador que años más tarde despuntaría en el mundo profesional.

En 1982 fichó por el filial del Barcelona, pero no fue hasta un año más tarde cuando debutó, ya que siguió jugando en el CF Igualada. El debut fue el soñado por cualquier jugador. Provocó un penalti y metió dos goles contra el equipo que un tiempo después terminó marcando su carrera.

Tras realizar una muy buena campaña anotando 15 goles en el filial barcelonista, Menotti lo convocó para jugar el torneo de Copa. En el primer equipo azulgrana compartió vestuario con jugadores como Maradona, Schuster o Quini.

Tras varias cesiones al Elche, Hércules y Murcia, en la temporada 1987-88 llegó como cedido al Real Oviedo. El equipo asturiano se encontraba en un momento convulso, tras descender a Segunda B, aunque finalmente pudo conservar la categoría tras decidirse aumentar la Segunda División a 20 equipos. La llegada de Carlos no parecía que fuera a producir ningún cambio drástico en un club acostumbrado a los altibajos. Pero con 25 goles a final de temporada, Carlos se convirtió en el máximo goleador del campeonato y ayudó al Oviedo a lograr el ansiado ascenso a Primera. En tan solo un año ya era un ídolo de la afición local.

Tras finalizar la temporada, Carlos fue vendido contra su voluntad al Atlético de Madrid, donde tuvo serios encontronazos con Javier Clemente. Aquella temporada no le fue bien y solo pudo sumar 4 goles para los 'colchoneros', casi siempre saliendo desde el banquillo.

La etapa con el Atlético fue breve. En la siguiente campaña regresó al lugar donde más rendimiento y más feliz había sido. El Oviedo le volvió a abrir las puertas con los brazos abiertos. El jugador andaluz estuvo 7 años más en el club asturiano, sumando 240 partidos y anotando 93 goles.

Durante esta gloriosa etapa, Clemente nuevamente se cruzó en su camino. Esta vez fue en la selección española, donde la mala relación del delantero con el técnico vasco le impidió acudir al Mundial de Estados Unidos. Pese a esta circunstancia, Carlos dejó su seña de identidad en su paso por la Roja, consiguiendo un 100% de efectividad con 6 goles en 6 partidos.

Finalmente, en la temporada 1996 decidió dar un giro radical a su vida y marcharse a México. En el Puebla F.C, donde aún le recuerdan, marcó en temporada y media 48 goles. Antes de retirarse en el año 2000, siguió con lo suyo, siguió goleando en el Lobos BUAP, sumando 25 tantos.

Al acabar su carrera, entrenó en las categorías inferiores del Oviedo, hizo sus pinitos en los medios de comunicación retransmitiendo partidos y regresó a México calcando de alguna manera su etapa de jugador. Primero pasando por el equipo sub-20 del Puebla y posteriormente debutando a nivel profesional en el Lobos de México, país donde es un auténtico ídolo. En cualquier caso donde más recuerdan al delantero, que desde el 2013 vuelve a tener su vida en Asturias, es en el Carlos Tartiere.