En su afán por mantener el orden sobre todo, y ocupar el mínimo de largo de carretera posible, el celo de los agentes de la Guardia Civil de Tráfico ralentizó sensiblemente el desarrollo el sábado de las dos diferentes versiones de la tercera edición de la Transtramuntana. La exigente prueba cicloturista que presentó hasta 445 ciclistas en su línea de salida en el Port de Pollença, con un centenar de ellos extranjeros.

Con el fin de mantener lo más unido posible al pelotón y evitar que la prueba se convirtiese en una carrera -como ocurre en la mayoría de marchas cicloturistas-, desde un principio los agentes de Tráfico impusieron su ritmo en cabeza de un gran grupo que se terminó dividiendo en dos.

Los más fuertes y experimentados optaron por afrontar el recorrido más exigente, el de la conocida como TT4500, que presenta un recorrido de 235 kilómetros y 12 puertos de montaña intercalados en ellos. Un aspecto que, según sus organizadores, la convierte en la prueba con más desnivel del calendario ciclista de las Illes Balears, al acumular un positivo de 4.500 metros.

La versión más reducida, la TT3000, no es tampoco una perita en dulce, ni apta para cualquiera. Ya que plantea a sus protagonistas un trazado de 170 kilómetros y superar hasta 6 puertos de montaña de la Tramuntana.

En el único tramo cronometrado de la prueba -el KOM-, una de las ascensiones al Puig Major, techo de la isla, el más rápido fue el menorquín Dani Coll, por delante de Pere Llull, del Club Ciclista Santanyí, aunque muchos ciclistas vieron frenada su marcha por las órdenes de la Guardia Civil.

El primero en presentarse en meta y completar la TT4500, según las clasificaciones logradas, fue Stephen Clay, con un crono de 8 horas y 51:33 minutos. Por detrás del más rápido concluyeron: Graham McElwee (8h.51:33), Toni Munar (8h.51:47), el veterano Tolo Quetglas (8h.51:47) y Jaime Moncadas (8h.51:49). En meta el primero en concluir la prueba corta fue Luís García (5h.53:48), del Bicicletes Caldentey y hermano de la multideportista Mavi García.

"En cualquiera de las dos pruebas siempre tienes que guardar algo de fuerza para el final", comentaban en línea de meta uno de los participantes. Al mismo tiempo otro lamentaba la lentitud de la marcha impuesta por la "intervención excesiva" de la Guardia Civil: "Me han dolido las manos de tanto tener que frenar".