En poco más de 48 horas, Nadal pasó de la alegría de morder en Stuttgart el 66 título de su carrera a caer en primera ronda en el torneo de Queen's. Una derrota con consecuencias. Y es que el inesperado tropiezo ante el ucraniano Alexandr Dolgopolov, 79 del mundo le complicará su camino en el torneo de Wimbledon, tercer Grand Slam de la temporada que da comienzo el próximo día 29 de junio.
Y es que el mallorquín, número diez de la clasificación ATP, se encontrará a partir de octavos con alguno de los cuatro mejores del circuito, es decir, Djokovic, Federer, Murray o Wawrinka, reciente campeón de Roland Garros.
La situación es prácticamente idéntica a la que se produjo en París. Nadal comenzó el torneo sabiendo que, salvo sorpresa mayúscula, su rival en cuartos sería el actual número uno del mundo, que llegaba sobrado de moral por sus cinco títulos esta temporada. Y los pronósticos se cumplieron a rajatabla, con una clara derrota en tres sets. El problema se agrava en superficie de hierba, en la que Nadal, pese a sus dos títulos en Wimbledon, en los ya lejanos 2008 y 2010, no se encuentra cómodo por los movimientos que se ve obligado a hacer y que perjudican a sus rodillas.
El duro enfrentamiento que le espera en octavos en el All England Tennis Club, si alcanza esa ronda, le complicará en gran manera su objetivo de llegar a los cuartos de final, lo que le permitiría sumar puntos en su carrera por acabar el año entre los ocho mejores y poder participar en la Copa de Maestros de Londres, en el mes de noviembre.
Nadal no se hace ni un reproche de su partido ante Dolgopolov, ante el que encajó su segunda derrota en siete enfrentamientos. A pesar de desperdiciar una clara ventaja de 4-2 en el tercer y definitivo set. "No pienso que haya jugado mal en absoluto", dijo el campeón de catorce grandes. "He luchado hasta el final, pero él tuvo una gran remontada. He jugado contra un rival incómodo y he tenido mi opción, pero a veces los partidos se deciden aquí en unas pocas cosas".
