La edición de Roland Garros de 2015 no repetirá la final del año pasado entre Rafal Nadal y el serbio Novak Djokovic, porque el sorteo, caprichoso, cruzó ayer sus rutas en unos hipotéticos cuartos de final. Eso sí, siempre que el mejor jugador del mundo del momento y el mejor jugador de tierra batida de todos los tiempos avanzen hasta esa ronda y se cumpla la lógica de la clasificación.

Que se repitiera la final era complicado toda vez que tras su peor temporada sobre tierra batida desde 2004, Nadal había quedado encuadrado como sexto cabeza de serie, y eso que ganó un puesto por la retirada por lesión del canadiense Milos Raonic.

El sorteo, que contó con la inocente mano de la rusa Maria Sharapova, defensora del título femenino, les colocó en la misma parte del cuadro y eso les aboca a un duelo en cuartos, menos épico que los que vienen disputando en la puerta de Auteuil en los últimos años. El sorteo no fue indulgente con el campeón de Manacor.

Y es que Nadal debutará en la búsqueda de su décima Copa de los Mosqueteros contra el joven francés Quentin Halys, de apenas 18 años, 304 del mundo e invitado por los organizadores. Un duelo inédito pero con el público en contra del héroe mallorquín.

Luego, si se cumple la lógica del ránking, llegará Dolgopolov, que le derrotó el año pasado en Indian Wells, tras haber perdido antes cinco veces frente a Nadal. Un rival correoso de 26 años, 68 del mundo, que antes tendrá que deshacerse del murciano Nicolás Almagro. En tercera ronda el teórico rival de Rafel Nadal debería ser el francés Adrien Mannarino, 31 del mundo, y en octavos se mediría al búlgaro Grigor Dimitrov, undécimo favorito, pero que no ha ganado nunca al mallorquín en sus seis enfrentamientos. "Ha sido un sorteo difícil para mí, pero espero poder pelear", aseguró Nadal tras concluir el sorteo.

Djokovic, por su parte, que persigue levantar en París el único Grand Slam que falta en su palmarés, debutará contra el finés Jarkko Nieminen, que le ha derrotado en una de las seis ocasiones que lo ha afrontado.

El sorteo, en principio, resultó benevolente con el serbio, que a priori no tendrá ningún rival complicado hasta que se mida con Nadal, su bestia negra en París.

A la hora de contestar a ¿qué le pediría al Nadal del 2005?, el Rafel Nadal de 2015 respondió ayer en Roland Garros: "Solo si agarrara la energía y las piernas de 2005 me bastaría, no necesito nada más".

Por algo han pasado diez años y nueve victorias para el mallorquín desde que alzara la primera de sus nueve Copa de los Mosqueteros. Y una madurez que ha hecho olvidar al inseguro chaval que temblaba para responder en inglés en su primera comparecencia pública en París.

En la pista, afirma el tenista de Manacor, las virtudes de la juventud han dejado paso a las de la experiencia en un cóctel de equilibrio que le ha mantenido firme y del que solo se ha escapado la derrota que cedió ante Robin Soderling en 2009. "Todo es un proceso. Durante mi carrera ha habido una cosa básica, cuando pasan los años pierdes unas cosas, por un lado, y si no las compensas con otras es difícil crecer. Mi tenis ha ido evolucionado y he hecho que la balanza se pueda mantener. Lo que he perdido por un lado lo he compensado por otro", analiza, frío Rafel Nadal.

Y es que el Rafel Nadal del año 2015 afronta el Grand Slam de Roland Garros en una condición nueva. Defiende el título, pero por primera vez lo hace sin victorias en la gira de tierra batida europea y sin ser el claro favorito para el triunfo final.