En la semana en la que el mítico y vetusto campo Lluís Sitjar empieza a ser demolido por el Ajuntament de Palma tras haber sido declarado en estado de degradación inadmisible y que supone un peligro para la seguridad urbana, otro estadio que marcó una época en el balompié mallorquín, el Estadio Balear, parece que seguirá los mismos pasos que el de su eterno rival. Y es que la junta directiva de la Comunidad de Propietarios del Estadio Balear (Procampo) ha tirado la toalla en su laboriosa tarea de adecuar la instalación bandera del Atlético Baleares por falta de ayuda, tanto a nivel económico como institucional.

El Estadio Balear está precintado por Cort desde junio de 2013 cuando un equipo de técnicos del consistorio palmesano determinó que la instalación era peligrosa para las personas tras efectuar un exhaustivo examen del recinto y después de recibir una denuncia por un aficionado tras desprenderse varios cascotes de una de las tribunas. La Procampo se puso en marcha para buscar una solución y tras varias reuniones con las instituciones y con los propietarios se llegó a un acuerdo para buscar financiación para pagar los cerca de 700.000 euros que cuesta su remodelación, que básicamente está diseñada en el derrumbe de la grada de sol y de los fondos y la adecuación de la tribuna cubierta. La Procampo en esta año y medio no ha podido cubrir el presupuesto ni el diez por ciento del presupuesto y más de la mitad de los propietarios están desaparecidos.

"No podemos más, lo dejamos. Hemos hecho todo lo posible para rehabilitar nuestro estadio, el símbolo de los balearicos, pero no ha podido ser", señaló ayer muy afectado Fernando Miró, presidente de la Procampo, que añadió: "Apenas hemos llegado a recaudar 40.000 euros de los 700.000 que necesitamos y así, obviamente, no vamos a ninguna parte. Hemos ido a las instituciones y no nos dan ninguna solución al ser el recinto privado y los bancos nos cierran las puertas". Este empresario explicó que otro de los enormes problemas que han tenido ha sido la "desaparición" de muchos accionistas. "Somos alrededor de dos mil y solamente hemos podido contactar con 600 y de estos únicamente han colaborado económicamente unos 150. A cada uno le pedíamos 300 euros pero han sido muchos que nos han dado la espalda, una pena. Luego nos falta por localizar 1.400 que son muchos pero que están 'perdidos'", comentó Miró en conversación con DIARIO de MALLORCA.

Sobre el futuro del recinto, el empresario indicó: "No nos queda más remedio entregar el estadio a Jesús Valls, regidor de Urbanismo del Ajuntament de Palma, para que haga con la instalación lo que quiera hacer. Es muy triste llegar a este punto pero no tenemos más opciones".

La última esperanza que le quedaba a la Procampo era que el nuevo propietario del Atlético Baleares, el empresario Ingo Volckmann, pudiera ayudarles económicamente en sufragar la reforma del estadio. "Se lo ha pensado una semana pero finalmente nos ha dicho que lo siente mucho pero que no puede hacer frente a este dispendio", dijo.

Miró aseguró que confiaba en llegar como mínimo a recaudar una cantidad superior a los 250.000 euros. "Aunque no era suficiente para pagar toda la adecuación del Estadio Balear, nos hubiera dado mucho impulso y habría servido como estímulo para inversores. Al final no ha sido así", manifestó visiblemente resignado. También se lamentó del elevado gasto que se ha hecho en Son Malferit, donde ahora juegan las plantillas blanquiazules, ya que es un campo propiedad de la Federació de Futbol de les Illes Balears. De hecho, considera que esas cantidades importantes hubieran podido sufragar el campo por excelencia del Atlético Baleares ya que, por el momento, se queda sin él.