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Segunda B fútbol

El filial firma tablas con el Nàstic

El Mallorca B empata con un adversario de envergadura en un duelo que fue de menos a más

El rojillo Biel Company fue ayer titular en el filial mallorquinista. T. Shimada

­Un gol en contra cuando la gente aún no se había aposentado en su localidad y un penalti a favor, que solo lo vio el mal colegiado canario Fernández Brito, condicionaron lo que fue un partido con alternativas, que acabó con empate a uno, aunque bien podía haberse dado cualquier otro marcador, dejando escapar el once de Javier Olaizola una buena oportunidad de meterse de nuevo en zona de puestos de ascenso.

El filial rojillo, en su vuelta a casa después de que durante un mes se procediera a las labores de resiembra del terreno de juego principal en Son Bibiloni, se encontró con un equipo áspero, con empaque y de los que gusta poco al Mallorca B. Los tarraconenses, con jugadores de mucha valía para esta categoría, dejó bien claro a las primeras de cambio a lo que venían a la ciudad deportiva. Y es que apenas se inició el juego, un balón largo del ex rojillo Pablo Marí se convirtió en una asistencia al pie de Rayco, que solo ante Royo fusiló plácidamente y adelantando a los suyos en el electrónico.

Con el gol en frío, al filial rojillo le costó mucho meterse en el partido. Deslabazado y sin orden ni chispa, el once de Javier Olaizola tuvo ayer la gran suerte de que su rival falló como una escopeta de feria las opciones de que dispuso de cerrar tempranamente el partido. Rayco al minuto 12 y el mallorquín Marcos Jiménez en el 14 dispusieron en sus botas de sendas opciones de cerrar el partido ante un rival líquido en defensa y groseramente fallón en la medular. Ello no fue así, y eso se suele pagar muy caro en el fútbol.

De hecho, en el meridiano de este primer tiempo, de la nada el Mallorca B consiguió el empate. De un saque de esquina botado por Tià Sastre de forma inocente se pasó, porque así lo decretó el colegiado del encuentro, en pena máxima, supuestamente por agarrar Pablo Marí a su par, Raúl González, en el primer palo. El penalti, lanzado por Cedric Omiogui, acabó en gol. Con el empate a uno cambió la tendencia del partido. El filial rojillo recuperó el control en la medular, donde Brandon creaba más de un quebradero a la zaga visitante. De hecho, una acción individual suya en el minuto 34 no acabó en gol por bien poco. De aquí al final del primer tiempo, nada que contar, llegándose al descanso con empate a 1.

Una igualada que no se modificó en el segundo periodo pese a la expulsión rigurosa y sin venir a cuento del defensor visitante Mossa. Antes de todo ello, el Nàstic buscó el 1 a 2 sin ningún rubor. Un centro por la derecha envenenado de Gerard y dos remates seguidos de Luismi pusieron en un brete la integridad del marco local.

Ante este panorama, Olaizola movió ficha y metió a su particular microondas, Kike. De las botas del carrilero zurdo andaluz llegaron las acciones más peligrosas de un segundo período que en su tramo final fue de claro color rojillo, sobretodo desde el momento en que los de Vicente Moreno se quedaron con diez futbolistas, aunque ello no fuese suficiente para que el filial rojillo ganara.

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