­Será el primer rival serio de Rafel Nadal en su camino hacia su noveno título en Roland Garros. David Ferrer, un seguro de vida, se presenta como una gran amenaza para el tenista mallorquín (no antes de las 15:30 horas, Eurosport), que, según confesión propia, afronta el torneo con problemas en la espalda que le limitan muy seriamente a la hora de servir. Este contratiempo, unido a que su rival de esta tarde pasa por ser uno de los mejores restadores del circuito, convierten la cita en todo un reto para el número uno.

Tendrá que sacar mucho más fuerte de lo que lo hizo ante Mayer en tercera ronda o frente a Lajovic en octavos. Contra el argentino la media de su primer servicio fue de 165 km/h mientras que ante el serbio de 173. El segundo saque, 135 y 139 de media, respectivamente, sin duda unos números más propios de tenis femenino que de un jugador que presume de lucir trece grandes en su palmarés. El nivel de su saque deberá mejorar ostensiblemente si quiere tener alguna opción ante un David Ferrer que se ha convertido en un rival de cuidado para el mallorquín, también en tierra. Lo pudo acreditar en los cuartos de final del torneo de Montecarlo, cuando el alicantino derrotó sobre la superficie de polvo de ladrillo al manacorí por primera vez desde el torneo de Stuttgart, en 2004, que ya ha llovido.

El balance es claramente favorable a Nadal, que supera a su rival por 21-6, y 3-0 en París. A la final del pasado año, la primera de Ferrer en un Grand Slam, hay que añadir los cuartos de final de 2005 -el año del primero de los ocho títulos de Nadal en el Bois de Boulogne- y las semifinales de 2012. Pero esto es historia. Lo que cuenta es el presente. Y este dice que Nadal llega a la cita con más dudas que nunca por su dubitativa temporada de tierra y por las molestias en la espalda, el espasmo lumbar que apareció en el peloteo de la final del Abierto de Australia ante el suizo Wawrinka y que, a la postre, fue clave para que se frustrara su intento de conquistar su decimocuarto grande.

Hasta el momento, los rivales le han exigido poco. Con la velocidad de su servicio, ante cualquier 'top ten' hubiera pasado un calvario. Ahora, Nadal, que por primera vez no se le ha visto entrenando en las pistas de Roland Garros en sus días de descanso para dar las menos pistas posibles sobre el alcance de su lesión -lo único que ha trascendido es que no practica el servicio para prevenir-, sabe que tiene que mejorar sus prestaciones en esta suerte del juego. En cómo sea capaz de defender su segundo servicio va a estar posiblemente la clave del partido. El mallorquín, único jugador que se ha presentado en cuartos sin ceder un set en todo el torneo, se ha movido con soltura desde la línea de fondo, lo que hace pensar que sus problemas de espalda no son de la gravedad que padeció en Melbourne en enero. "Debo subir una marcha, cada vez estoy mejor", dijo el número uno tras eliminar, sin despeinarse, al joven serbio Lajovic en octavos. "Convivo con los problemas de espalda de la mejor manera posible", añadió en tono misterioso, sin querer ofrecer más pistas de su estado real. Pero lo cierto es que disputa los partidos con aparatosos vendajes en la espalda por la contractura que sufre.

David Ferrer, mientras, desconfía de los problemas de Nadal. "Ha ganado de forma clara, no creo que esté muy mal de la espalda", comentó tras derrotar al sudafricano Kevin Anderson, su victoria 36 en París. El veterano tenista actúa como tal, en la pista y en las ruedas de prensa.

Así, se quita presión ante la gran cita de hoy. "Si está al cien por cien, el favorito es él", asegura Ferrer, que tiene claro que una de las claves para dar la campanada reside "en aguantar el ritmo durante mucho tiempo". Entrenado por José Altur, Ferrer es ya todo un clásico en las rondas finales de los grandes torneos. Desde 2011, acumula diez presencias consecutivas en los cuartos de todos los grandes, lo que dice mucho de su regularidad. Solo la coincidencia con los 'monstruos' que le ha tocado convivir impiden que Ferrer luzca un palmarés acorde con su calidad.

Sabe que hoy está ante su gran oportunidad para convertirse en el segundo hombre en derrotar a Nadal en Roland Garros, después de que lo hiciera el sueco Soderling en 2009. Pero también es consciente de que delante tendrá a un rival que, si está en condiciones, a cinco sets es prácticamente imbatible. Y deberá ofrecer su mejor versión para superar a su primer rival de verdad en los diez días que se llevan de torneo.