Australia y Roland Garros. Son dos torneos, dos fechas en el calendario marcados en rojo por Rafel Nadal en un 2014 que empieza oficialmente en la primera semana de enero con el torneo de Doha. El número uno del mundo se ha marcado como objetivo conquistar por segunda vez en su carrera el primer grande de la temporada, tras conseguirlo en 2009. De esta manera, luciría en su palmarés los cuatro grandes en más de una ocasión, algo de lo que pueden presumir muy pocos tenistas.

El otro gran objetivo es la conquista de Roland Garros. El asalto a su noveno título en París, su torneo talismán en donde únicamente ha perdido un partido por 59 victorias. En el Bou de Bolougne se encontrará con un Novak Djokovic que se ha marcado como gran objetivo de la temporada el torneo de tierra por excelencia, el único grande que falta en su gran palmarés. Por eso mismo el serbio se convierte en un rival extremadamente peligroso, como ya pudo comprobar Nadal en la semifinal que disputaron en la última edición, resuelta por el mallorquín en cinco disputadísimos sets.

El gran 2013 de Nadal le obligará a un auténtico ´tour de force´ para mantener el número uno mundial, aunque ese es un tema que, por activa y por pasiva, se ha cansado de repetir que no le preocupa en absoluto. En sintonía con su tío y entrenador, Nadal quiere que se le recuerde por el número de títulos conquistados más que por su condición de número uno, que este año lo ha recuperado por tercera vez en su carrera.

Precisamente en Australia será uno de los pocos torneos en donde Nadal no defiende puntos. Será sin duda una buena oportunidad para ampliar su ventaja de 770 puntos sobre su gran rival. En el último momento, y con la lesión de rodilla dando sus últimos coletazos, el manacorí decidió el pasado año -el tiempo le ha dado la razón- prescindir del primer grande de la temporada para tomar contacto con la pista en la superficie de tierra, la que menos exige a sus rodillas. Jugó en Chile y Brasil para adaptarse a la competición después de siete meses de ausencia por su tendinitis en la rodilla y el denominado síndrome de Hoffa. Si Nadal logra llegar a las últimas rondas en Melbourne Park se habrá garantizado el número uno hasta el comienzo de la temporada de tierra, en el mes de abril con el torneo de Montecarlo. Su ´tourmalet´ particular comenzará en el mes de marzo, con la disputa del primer Masters 1.000 de la temporada, Indian Wells, donde defiende todos los puntos por su condición de campeón. Fue en este torneo, ante rivales de postín como Federer, Berdych o Del Potro, cuando Nadal demostró que se encontraba en perfectas condiciones para plantarle cara a cualquier rival. Solo le faltaba Djokovic, con el que se vería las caras en la final de Montecarlo, otro torneo fetiche para el mallorquín, que ha conquistado en ocho ocasiones. Ante el serbio encajó su segunda derrota en el Principado en diez participaciones y rompió una racha de 46 victorias seguidas.

Los dos mejores tenistas del planeta no se volverían a citar hasta Roland Garros, en donde Nadal se impuso en cinco sets. Fue sin duda la final anticipada, porque la auténtica ante David Ferrer tuvo muy poca historia. Su condición de finalista en Montecarlo y campeón en Barcelona, Madrid, Roma y París obligarán a Nadal a un esfuerzo físico y mental de consideración.

Hierba

Tras la tierra llega la hierba, un arma de doble filo. Ganador en 2008 y 2010, Nadal afronta el torneo de Wimbledon con el recuerdo de su meteórica derrota en primera ronda ante el belga Steve Darcis. Se vio a un Nadal que sufrió más de lo acostumbrado sobre una superficie que ya ha advertido que es la que peor se adapta a sus condiciones porque le obliga a flexionar las rodillas más de lo que le gustaría. En cualquier caso, tiene en Wimbledon una gran oportunidad de sumar los puntos que se haya podido dejar durante la temporada. Solo defiende diez. Lo normal es que antes dispute el torneo de Halle, al que renunció en 2013, para adaptarse a la hierba.

Tras un mes de parón afrontará Nadal la gira americana, con los torneos de Tor0nto y Cincinnati. En ambos se proclamó campeón en 2013. En Montreal -se alterna con Toronto-superó a Djokovic en semifinales para derrotar en la final al local Milos Raonic. En Cincinnati, torneo que conquistó por primera vez en su carrera, superó en la final al norteamericano John Isner en dos apretados sets que se resolvieron en la muerte súbita. Dos mil puntos que tiene que defender en un ejercicio que se presume titánico.

Otros dos mil puntos debe defender en el US Open, por su condición de campeón después de derrotar a Djokovic en la final. Pekín y Shanghai, finalista y semifinalista en 2013, serán el preludio de los torneos en pista cubierta, los que ponen fin a la temporada y en donde Nadal nunca se ha sentido cómodo. No defiende puntos en Basilea, donde renunció a última hora, mientras que en París Bercy serán 360 puntos por su condición de semifinalista. La Copa de Maestros de Londres supondrá, un año más, el epílogo a una temporada que se presenta apasionante.

A sus 27 años -cumple 28 el 3 de junio, en pleno Roland Garros-, Nadal parte con la ventaja sobre el resto, a excepción quizá de un Roger Federer en retirada, que ya lo ha conseguido todo. Es consciente de que igualar, e incluso acercarse a los logros de 2013 va a ser tarea prácticamente imposible. Pero su ambición por ganar continúa intacta.