La selección española de balonmano cayó eliminada en el Mundial de Serbia 2013 al perder por 28-21 ante Hungría en los octavos de final, en un encuentro en el que no pudo superar los numerosos problemas, tanto ofensivos como defensivos, que sufrió en la primera mitad.

El conjunto español cerró la primera parte con una contundente desventaja de cinco goles (17-12) y, pese a la reacción de las "guerreras" en la segunda mitad, comandadas por Macarena Aguilar, no pudo evitar la derrota (28-21) y la eliminación.

Obsesionada por controlar el poderío anotador de la primera línea magiar, personificado en Zsuzsanna Tomori, la defensa española se olvidó de vigilar a las exteriores húngaras, la zona por la que comenzó a escapársele el partido.

Tomori, empeñada en estrellar una y otra vez el balón contra los palos, cerró el primer tiempo con tan sólo un tanto, pero las extremos Bernadett Bognar-Bodi y Orsolya Verten sumaron casi la mitad -siete- de los goles húngaros a la llegada del descanso.

Dificultad a la que se unió el sempiterno problema del conjunto español con las pérdidas de balón, agravado por su cadencioso ritmo ofensivo. Durante muchos minutos se limitó a mover de lado a lado el balón sin profundidad.

"Jugamos como de salón, hay que jugar con más ritmo, con intencionalidad", advertía el técnico español Jorge Dueñas, que se vio obligado a pedir con urgencia un tiempo muerto a los catorce minutos para frenar el desaguisado.

Buen arranque

La selección española, sin embargo, no pudo empezar mejor el partido, sólida como siempre en defensa y con las ideas claras en ataque para hacer llegar el balón a las jugadoras de segunda línea o generar los espacios necesarios para las penetraciones.

Pero las constantes pérdidas de balón acabaron por oscurecer el juego ofensivo del equipo español, que pasó en apenas cuatro minutos de vencer por 5-7 a perder por dos tantos (7-9) de diferencia, tras encajar un parcial de 4-0.

Un parcial que acabó por hundir al conjunto español, que se vio completamente desbordado, tanto en ataque como en defensa, por las magiares, como demostraron los cinco goles de desventaja (17-12) con los que las de Jorge Dueñas llegaron al descanso.

Ese marcador hubiera hundido a cualquier selección, pero no a España, que volvió a hacer gala de su carácter en un arranque de la segunda mitad en el que la central Macarena Aguilar hizo soñar con la remontada con sus eléctricas penetraciones.

Cuatro goles de la jugadora del Randers danés, que forzó además dos penaltis, permitieron a la selección española dejar en tan solo dos tantos (19-17) una desventaja que había llegado a alcanzar los seis (18-12) en el primer minuto de la reanudación.

Pero cuando parecía que el conjunto español estaba en disposición de dar definitivamente la vuelta al marcador, de nuevo los fallos y la precipitación le condenaron. No supo darle la pausa necesaria a su juego cuando había logrado lo más difícil, meterse de nuevo en la pugna por el triunfo.

Empeñadas en anotar los goles de dos en dos, las "guerreras" volvieron a caer en la sucesión de pérdidas que marcó la primera mitad, lo que permitió respirar a una Hungría que, con oficio, aprovechó la ansiedad del conjunto español para volver a distanciarse en el marcador, hasta llegar a los siete goles que reflejó el 28-21 final.