­Rafel Nadal se hizo un poco más eterno en la noche del lunes al conquistar su decimotercer título de Grand Slam, el segundo Abierto de Estados Unidos tras su victoria en 2010. El tenista mallorquín, que ha supuesto un soplo de aire fresco tras la decepcionante eliminación de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2020, ha vuelto a sorprender al mundo con una lección de pundonor y entrega tras volver a la cima del tenis después de siete meses alejado de las pistas.

Nadal, que al término del partido admitió que la del lunes "no es una victoria más", no solo por tratarse de un título de Grand Slam sino por la forma en que lo ha conseguido, llegando desde muy atrás con respecto a sus rivales, consiguió con su triunfo varios hitos en la historia de este deporte. Por ejemplo, ha sido el jugador que menos juegos ha cedido para hacerse con el título en Nueva York, solamente 65 merced a sus contundentes victorias ante el brasileño Dutra Silva en segunda ronda (6/2, 6/1, 6/0); ante Robredo en cuartos de final (6/0, 6/2, 6/2) o, incluso, en la final ante Djokovic, a quien ganó dos de los tres sets por un contundente 6/2 y 6/1.

Además, el tenista de Manacor, que hoy emprende viaje de regreso a España para disputar este próximo fin de semana la eliminatoria de Copa Davis ante Ucrania por la permanencia en el Grupo mundial, se ha convertido con su triunfo en Flushing Meadows en el jugador con más victorias al aire libre, 58, superando a leyendas presentes y pasadas como Federer, con 57; Vilas, con 56; Connors, con 55 o Lendl, con 52.

Además del título, Nadal se embolsó el premio más elevado en la historia del tenis, 2.700.000 euros, al conquistar de forma consecutiva los Masters 1.000 de Montreal, Cincinnati y el US Open. Precisamente, al encadenar estos tres títulos, iguala la gesta del australiano Patrick Rafter en 1998 y del norteamericano Andy Roddick en 2003 de alzarse con el título en estos tres torneos en una misma temporada.

Con diez títulos en el bolsillo, a uno de igualar los once que logró en 2005, el año de su irrupción en la élite del tenis, Nadal está a un paso de recuperar el número uno y destronar a Novak Djokovic. Tras su victoria del pasado lunes, el de Manacor se ha situado a apenas 120 puntos del serbio, una diferencia ridícula teniendo en cuenta que hasta el próximo mes de febrero no defiende puntos. Así, la primera oportunidad de desbancar a su ilustre rival se presentará a partir del próximo 30 de septiembre con la disputa del ATP 500 de Pekín. Allí ganó Djokovic el pasado año por lo que, independientemente de que el balcánico logre el título, si Nadal alcanza las semifinales -el 4 de octubre-, sería oficiosamente nuevo número uno del mundo, condición que recuperaría por tercera vez. El 18 de agosto de 2008, un día después de colgarse la medalla de oro en los Juegos de Pekín, se estrenó oficialmente como número uno tras desbancar a Federer de lo más alto tras 237 semanas liderando el circuito. Tras perder el número uno en julio de 2009, lo recuperó un año después, tras la conquista de su quinto Roland Garros, y lo volvió a perder el 4 de julio de 2011, un día después de caer ante Djokovic en la final de Wimbledon. Quedaban atrás 102 semanas en lo más alto, que puede recuperar en las próximas semanas.

Si no fuera en Pekín, dispondría de una nueva oportunidad en el Masters 1.000 de Shanghái, a continuación, donde Djokovic también se proclamó campeón el pasado año. Algo muy raro tendría que pasar para que Nadal no finalice el año como número uno, pese a que él siempre ha manifestado -lo volvió a repetir inmediatamente después de su victoria ante Djokovic- que le preocupa muy poco esta posibilidad, que lo que más desea es sumar títulos y engrandecer todavía más su leyenda.

El ganador de trece grandes y de 60 títulos demostró una vez más en la final que nunca hay que dejar de confiar en él. Ni aún en los peores momentos, como en el segundo parcial, cuando Djokovic rozó la perfección en su juego. El mallorquín supo esperar su momento. Mejor que nadie sabe que un partido a cinco sets es muy largo y que las alternativas se suceden. Si el primer set fue para Nadal, el segundo lo fue para el serbio. En el tercero, más igualado, estuvo la clave, sobre todo en el noveno juego, cuando Nadal superó un 0-40 que le hubiera condenado prácticamente a la pérdida del set y quién sabe si del partido. Al siguiente juego rompió el servicio de su rival para hacerse con el tercer set. El cuarto no tuvo historia. Nadal era el campeón. Otra vez, camino de ser el más grande en su deporte.