La derrota ante el Sporting de Gijón admite varias explicaciones, pero los fallos defensivos sobresalen por encima de las demás. No estuvieron a la altura los hombres que debían cubrir las ausencias de Nunes, Zuiverloon, Cáceres, Chico y, en menor medida, Kevin. Y tampoco acertó Joaquín Caparrós reubicando a Joao Víctor en el eje de la zaga dejando en el banquillo a un central natural como Martí Crespí. "Al entrenador le pagan para tomar decisiones, y esa ha sido mi decisión", dijo el utrerano al término del partido sin dar más explicaciones.

Hace varias jornadas que la defensa está siendo víctima de una plaga de lesiones, pero la baja por sanción de Chico ante el Sporting acabó por hacer estragos en la ya mermada zaga bermellona. El resultado fue calamitoso. Joao Víctor –señalado por Caparrós para suplir al andaluz– se marcó un gol en propia puerta en un mal despeje. El brasileño actuó con torpeza pensando que tenía a un rival a pocos pasos a punto de robarle el balón. Pero por allí solo estaba Pau Cendrós, que no avisó a su compañero de que no había enemigos en la costa.

Estos mismos hombres habían sido los protagonistas desgraciados de la jugada del primer gol. Bilic se elevó con asombrosa facilidad entre el brasileño y el mallorquín para cabecear el balón que ponía el momentáneo empate en el marcador.

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