No quiere que se le escape ningún detalle. En apenas poco más de una semana de trabajo la plantilla del Real Mallorca se ha dado cuenta de que Joaquín Caparrós les va a exprimir hasta el límite. Es su manual, el mismo que le hizo triunfar en Sevilla y en Bilbao y que quiere implantar en Son Bibiloni. Entre muchos jugadores ha sorprendido el nivel de intensidad que exige durante los 120 minutos de cada una de las sesiones, media hora más que con Michael Laudrup. "Tiene tanta energía que la transmite a los futbolistas, no te puedes relajar", aseguraba Sergio Tejera esta semana. No es el único que lo piensa. Más bien todo lo contrario. El técnico no tiene ningún problema en detener el entrenamiento cuando ve algo que no le gusta. Y no mira el reloj. En ningún caso. Su gran preocupación es convertir a su Mallorca en un conjunto mucho más sólido que hasta el momento.

?Los dos tantos encajados en Pamplona ante Osasuna y el recibido ante el Betis, todos ellos en acciones nacidas desde un córner, ha encendido sus alarmas. No quiere que se repitan. Durante toda esta semana se ha dedicado a realizar diversos ejercicios para mejorar este aspecto, con una insistencia obsesiva. Parece lógico ya que es consciente que muchos puntos le van en ello. De hecho, Caparrós trabaja mucho más la estrategia que sus antecesores –Manzano y Laudrup–, aunque todavía está por ver si esta labor surtirá efecto. Tiene tanto interés en que no se cometan fallos que graba las sesiones con la intención de que nadie baje los brazos. Incluso no tardó en recriminar a Víctor Casadesús que intentara sin éxito una vaselina en una jugada en la que se quedó solo ante el portero. "La próxima vez lo haré mejor o intentaré otra cosa", afirmó resignado el delantero, consciente de que no le hizo gracia a su técnico que no marcara el gol.

Lea la noticia completa en la edición impresa

Adquiera el PDF de Diario de Mallorca