Jueves 29 de septiembre, 17.00. Miquel Coca, en funciones de limpiabotas de Serra Ferrer: "Pedro Terrasa es un ególatra, encabeza una conspiración para echarnos. O se va él o nos vamos nosotros". Jueves 29 de septiembre, 23.00. Serra Ferrer en persona: "Pedro Terrasa me está haciendo la cama". Lunes, 3 de octubre. El cobarde accionista mayoritario y director deportivo del Mallorca miente, hace el ridículo y le da la razón a Laudrup. Con qué cara va a enfrentarse su palafrenero y catedrático universitario a los alumnos de Derecho Civil de la Universitat. ¿Les explicará este patético personaje que un profesional de la abogacía ha de engañar públicamente a la sociedad, con tal de conservar las prebendas adquiridas?

El pusilánime Serra Ferrer y su correveidile Coca no han de pedir perdón a su vencedor Pedro Terrasa, que habla de "lealtad" porque a este trío le encanta ensuciar las palabras. Tienen que disculparse ante una opinión pública a la que manipulan para sus sórdidos negocios. ¿Acaso en las seis horas de negociaciones no se han utilizado como medida de presión los oscuros millones de euros, que alguien pretendía cobrar por la venta del club?

Terrasa vuelve a humillar a Serra Ferrer, lo vapulea como a un pelele que se esconde tembloroso detrás de un catedrático sin palabra. Los tres son tal para cual, pero el director general emerge como un enemigo de cuidado, que en IB3 no sólo aprendió a gestionar la televisión basura. Acomplejado como todos los profesionales del deporte que acceden a la política, del trato con mediocres como Antich o Bauzá aprendió que bastaba ser más fatuo que ellos para avasallarlos.

La farsa con catedráticos y entrenadores del siglo XIX no ha concluido. Mentirosos y alcahuetes recibirán su merecido. La única buena noticia para el Mallorca es el distanciamiento de la secta de los Nadal.