El profundo malestar reflejado en las páginas de este diario, el pasado viernes, por el secretario del Consejo de Administración del Real Mallorca, Miquel Coca, contra Pedro Terrasa, se ha traducido en la convocatoria de un consejo extraordinario para el próximo lunes con la posible destitución del director general como único punto en el orden del día.

El Consejo de Administración –convocado para las cuatro, aunque podría celebrarse a las 13.30 por la imposibilidad de uno de los miembros de asistir a primera hora de la tarde– se presenta caliente. En principio, Terrasa tiene las de perder porque de las siete personas que se sentarán en la mesa, al menos cuatro votarán a favor de la salida del director general. Son el presidente Jaume Cladera; el vicepresidente y máximo accionista Serra Ferrer; el secretario del Consejo Miquel Coca y el responsable del área de patrimonio, Biel Cerdà. El voto del alemán Georges Claasen es una incógnita aunque se cree que se alineará con el grupo partidario de la destitución. Quedan el propio Terrasa, que lógicamente votará en contra de su despido, y Fernando Martos, en representación de la familia Nadal, que podría decantarse por la continuidad del director general.

El tema a tratar es la destitución del cargo de director general, que compete al Consejo. No así la de su condición de accionista –posee un diez por ciento de los títulos–, de los que seguirá siendo el único dueño.

En el improbable caso de que la votación resultara favorable a Terrasa, no se descarta ninguna posibilidad. Como la de que Serra Ferrer, pese a su condición de accionista mayoritario, junto a sus hombres de confianza, dejara el club en manos de los ´vencedores´, lo que provocaría una situación de consecuencias imprevisibles para el futuro de la entidad.

Desde que a mediados del pasado mes de julio aterrizara en el club, Terrasa ha sido una constante fuente de conflictos. Su continua presencia en los medios de comunicación y su arrolladora forma de actuar ha irritado desde el primer momento a Serra Ferrer, que piensa que el director general se ha atribuido unas funciones que no le corresponden.

Al máximo accionista le ha molestado de manera especial las palabras de agradecimiento que tuvo Terrasa hacia Michael Laudrup en nombre del club después de arreglar su salida, cuando pocas horas antes Erik Larsen, segundo del danés, había calificado de "mala persona" a Serra Ferrer en un medio de su país.

Otro detalle que no ha gustado al vicepresidente es que Terrasa entrara en el vestuario tras la victoria ante la Real Sociedad en compañía de Sebastià Nadal, padre del tenista Rafel Nadal, que posee el diez por ciento de las acciones. Serra Ferrer considera que si alguien debe entrar en el vestuario es él –de hecho lo suele hacer, pero solo en el caso de derrota– o el presidente Cladera.

Coca acusó el viernes a Terrasa de ser "el brazo ejecutor" de una conspiración para descabalgar a Serra Ferrer. "Ahora el club es una perita en dulce", continuó, "y por eso hay interés en cargarse a Serra Ferrer".