El Mallorca sigue siendo un plato apetecible. O eso parece tras las continuas ofertas, todas acabando en nada, que reciben los actuales rectores de la entidad en los últimos meses. Han llegado desde diferentes puntos de Europa. También de España, concretamente de Cataluña. Pero nada serio. Intentos más o menos velados de comprobar el estado real de las cuentas del club.

Pero sí ha habido una a la que, como tantas otras, le ha faltado el último esprint para que se convirtiera en realidad. El propietario y máximo accionista del club, Llorenç Serra Ferrer; el director general, Pedro Terrasa, y el presidente, Jaume Cladera, se han reunido hasta siete veces según unas fuentes, cuatro según otras, con un grupo suizo interesado en la compra del club. Las sucesivas citas se celebraron en s´Olivaret, en Alaró, agroturismo propiedad de Serra Ferrer y se tuvieron lugar entre los meses de abril y el pasado mes de agosto.

El encuentro lo propició un abogado mallorquín que únicamente intermedió entre Serra Ferrer y el grupo suizo. Asistió a todas las reuniones pero en un simple papel de oyente y desvinculándose de cualquier gestión. El grupo suizo llegó a ofrecer hasta treinta millones de euros por hacerse con las riendas del club, una cantidad que hubiera solucionado gran parte de los problemas de la entidad, inmersa en concurso de acreedores.

La entrada en el club de este grupo no hubiera supuesto la salida de Serra Ferrer y Pedro Terrasa, de quienes se habló de asignársele un cargo, director deportivo el primero y responsable del área económica el segundo.

Serra Ferrer, como principal accionista, exigió garantías en la última de las reuniones celebradas. Todavía está esperando. Este grupo suizo no ha vuelto a dar señales de vida, una historia varias veces repetida y que trae a la memoria al inglés Paul Davidson, que se hizo publicidad a costa del Mallorca para después, si te he visto no me acuerdo.