El tiempo vuela, pero parecen haber pasado más de tres años desde que, en agosto del 2008, la presentación del Mallorca se transformó en un abrumador acto de protesta como consecuencia, entre otras razones, de la comparecencia de Borja Valero bajo los focos del estadio cuando todo el mundo sabía que al día siguiente fichaba por el West Bromwich Albion. Esperemos, al tiempo que deseamos, que no suceda esta noche lo mismo con De Guzmán y si su destino inevitable ha der el fútbol ruso, le demos por despedido sin someter a la afición al engaño y a él al ridículo.

Al Mallorca no le queda otra que deshacerse de su estrella, ya que termina su contrato el 30 de junio del 2013 y de no vender sus derechos ahora perdería toda opción, puesto que a partir de la segunda vuelta de la próxima campaña su representante podría negociar libre y directamente con cualquier club. Si ha de procurar ingresos es en este momento y así, antes del inicio de la competición, si la AFE no lo impide, habrá tiempo para cerrar la incorporación de un delantero y otro centrocampista con los casi siete millones netos que entrarán en la tesorería bermellona.

Aquí viene la parte más delicada de la negociación. Aunque la apertura de la liga corre más peligro que nunca, en pura teoría este equipo no habría cerrado su plantilla. Tampoco otros muchos, aunque eso sea un consuelo muy pobre. Pero Laudrup ha tenido que trabajar durante toda la pretemporada sin Alfaro, recién llegado, así como tampoco sin el delantero que pide, además de la baja de Jonathan que incide directamente en su esquema para la zona media. Hablamos de dos posiciones fundamentales que van a definir las posibilidades del equipo aunque sea en hipótesis. El acierto en ambas adquisiciones determinará el potencial del conjunto de cara al campeonaton en ciernes. Dos jugadores que marquen diferencias conferirán crédito para pensar una temporada competitiva, de lo contrario dibujarán nuevamente un futuro de inquietud y nerviosismo en todos los frentes.