Posiblemente en uno de los mejores partidos en Palma, el Mallorca se olvidó de morbos, rencillas extradeportivas y demás y plantó cara a un Sevilla que no hizo tanto como los mallorquinistas para llevarse los tres puntos. Así pues el empate, sin ser el resultado más apetecible y teniendo en cuenta la entidad del rival, se puede considerar justo. Es evidente que cuando un equipo quiere, puede. Hace una semana los de Laudrup no quisieron y ayer sí. Por lo tanto siempre nos quedará la duda de hasta dónde puede llegar este grupo. El Mallorca no se llevó la victoria por dos errores defensivos muy groseros y por algunos más ofensivos. El penalti de Ramis era totalmente innecesario (1-1) y el error compartido entre Aouate y Nunes que significó el 2-2-. Hasta ese momento el Sevilla solo había inquietado el área local en un remate de Negredo. En los errores ofensivos hay que mencionar la ocasión cristalina de De Guzmán que hubiera significado el 3-2. En el lado positivo hay que destacar el correcto partido de Gonzalo Castro. Por fin vimos al uruguayo salir aplaudido del campo. Y también la buena actuación del japonés Aki, autor del primer gol en la Liga y manejándose más que bien en su banda. Buenas sensaciones para un partido vibrante que solo valió un punto.