Le van bien las cosas a Gregorio Manzano en el Sevilla. Su presencia en el banquillo hispalense ha catapultado a un equipo renqueante y deprimido en las primeras jornadas de Liga. Pero el técnico arrastra una pesada herencia de su etapa en el Mallorca en forma de conflictos judiciales y enfrentamientos dialécticos con Mateu Alemany.

Manzano ha cumplido esta semana cincuenta días como entrenador del Sevilla y su balance no admite reparos: nueve victorias y dos derrotas en los once partidos que ha dirigido en Liga, Champions y Copa del Rey. Una estadística que ha devuelto al conjunto andaluz a la cuarta plaza, empatado con el Valencia.

En Sevilla no ahorran en elogios hacia el técnico de Bailén. "Aquí los villanos eran Manolo Jiménez y Antonio Álvarez [predecesores de Manzano en el banquillo hispalense]. Manzano habla bien, no pone excusas en las derrotas, asume su responsabilidad y eso a la gente le gusta. Se le considera un buen entrenador, no como Jiménez", explica Carlos Álvarez, jefe de sección de Estadio Deportivo de Sevilla.

Los problemas que arrastra de la isla no son un obstáculo en el día a día del jienense. "El Sevilla ya tiene sus propios problemas, no interesa lo que llega de Mallorca. En cualquier caso, no se le considera un mangante", añade Pérez.

En el mismo sentido se expresa Jesús Alba, del Diario de Sevilla. "Ha caído de pie. En sus primeros cincuenta días los resultados han sido muy buenos y ha enderezado el rumbo del equipo. Además por primera vez en muchos años tenemos a un entrenador con nombre en el banquillo. Del Nido siempre apostó por desconocidos como Manolo Jiménez o Antonio Álvarez porque pensaba que la plantilla era tan buena que se podía autogestionar", explica Alba, que añade: "Manzano ha conectado con la grada y con la prensa, a diferencia de Jiménez. Y sus problemas pasados con el Mallorca no interesan".

Fútbol atrevido

Gregorio Manzano vive en la placidez que proporcionan los buenos resultados y además se ha ganado a una de las aficiones más exigentes de la Liga española planteando un fútbol atrevido que poco tiene que ver con el de Álvarez y Jiménez.

Pero al técnico de Bailén le persigue un pasado reciente cargado de conflictos en Mallorca: el distanciamiento con un amplio sector de la afición que se sintió ofendida cuando el técnico dijo que preferían la paella del domingo al partido; su áspera salida del club sin ni siquiera despedirse en una rueda de prensa; la demanda que interpuso contra Mateu Alemany para reclamar los 2,2 millones de euros que no cobrará en su totalidad por el concurso de acreedores; y la demanda de reintegración de 250.000 euros por parte de la administración concursal por haber cobrado indebidamente una prima doble por clasificación. Y en la cima de la crispación, la petición del jienense de disolución del club.

Entre tantos conflictos –que el propio Manzano se ha encargado de avivar con declaraciones subidas de tono–?la imagen del técnico ha quedado seriamente dañada entre el mallorquinismo, pese a que se trata del entrenador que llevó al equipo a conquistar la Copa del Rey en 2003 y una quinta plaza la temporada pasada.

El final de la temporada juzgará la labor de Manzano en el Sevilla. Pero de momento ha cumplido una de sus grandes ambiciones: entrenar a un equipo con aspiraciones europeas.