Cifras oficiales en mano, seguramente distintas a las reales, los espectadores que acudieron ayer el Iberostar Estadi no llegaron a trece mil. Con espectáculos como el de ayer es posible que la afluencia siga bajando. El Deportivo no propuso nada, salvo plantar el autobús delante de su portería, y el Mallorca se acomodó a la conveniencia del adversario a fin de no arriesgar el puntito y a costa de, con un fútbol arcaico, el sopor del respetable. En dos palabras: un tostón.

DE LA ILUSIÓN A LA DECEPCIÓN en sólo dos jornadas. Con catorce puntos en el zurrón, el viaje a Zaragoza y la visita del Deportivo, ambos colistas hace dos semanas, ofrecían la posibilidad de cerrar el primer tercio de liga con no menos de dieciocho puntos. Nos hemos plantado en quince y gracias. Tras el desastre de La Romareda, tampoco supo Laudrup esta vez encontrar soluciones a la defensa de cinco planteada por los gallegos. Alineó a un solo punta, según sus propias explicaciones, para facilitar la llegada de hasta cuatro hombres en segunda línea, de los cuales solo uno, Nsue, pisó el área para cabecear fuera cerca del poste derecho de la portería de Aranzubía. O el entrenador no se explica bien con sus futbolistas o ellos no debieron entenderle.

LENTOS Y SIN IDEAS, los trece solistas de la orquesta fueron incapaces de interpretar la menor variante de una melodía plana y monótona capaz de aburrir a las mismísimas ovejas. Dicen los cánones que la única forma de abrir un cerrojo como el implantado por Miguel Ángel Lotina sobre el césped de Son Moix es ensanchar el campo, abriendo el juego por los extremos, pero el Mallorca sólo vio las bandas para que Edson o Ayoze enviaran balones a una olla vacía de atacantes, en la que la superioridad numérica del enemigo resultaba aplastante. Los laterales nunca se emplearon en combinación con los carrileros para intentar uno dos contra uno, desbordar y reducir la muralla; por el contrario, se empeñó todo el equipo en intentar paredes interiores al estilo del Barça, con la salvedad de que aquí no está Messi, ni tampoco Iniesta, Xavi, Villa o siquiera Pedro.

LAS OPCIONES DEL MALLORCA se miden entre lo que da de sí y lo que realmente podría dar. Un aprobado nunca es una buena nota si quien lo obtiene está capacitado para sacar un notable, pues significa que su esfuerzo es inferior a las posibilidades de su inteligencia. No es que creamos que Laudrup cuenta con mimbres para trenzar una obra maestra, pero conformarse con lo que se ha hecho sólo por el hecho de que todos esperábamos menos, es un error. El de ayer ha sido el peor Deportivo que ha pisado Palma en muchos años y un equipo como el Mallorca, al que no van a sobrar puntos, no está para tirar tardes como las dos más recientes.

SE ESCAPARON DOS PUNTOS por la misma razón que a Alonso el mundial de Fórmula 1, es decir por no utilizar la estrategia adecuada. Claro que, salvando las distancias, no podemos comparar a un piloto de élite con un equipo que bastante tiene con asegurar su permanencia como comparsa de la Liga de las Estrellas, reservada metódica y emocionalmente a los vaivenes del Madrid y el Barça que, como no podía ser de otra manera, han hecho de su obligación de enfrentarse en un lunes una cuestión de estado a la que no tienen acceso el resto de equipos de primera y segunda división. Dirán ellos que ese es el castigo que debería aplicarse a quienes desvirtúan el juego, aunque siempre es mejor maltratar a la pelota que sojuzgar todo el campeonato.