Hay partidos en los que el resultado parece cantado. Es cuestión de tendencias, de estados de ánimo. El Deportivo, aunque tímidamente, va para arriba. Parece que ha salido del pozo en el que se encontraba, o va camino de ello. Mientras, el Mallorca, pese a su clasificación para octavos de la Copa del Rey, ha entrado en un pequeño bache, aunque solo sea de resultados. La derrota en Zaragoza, hace siete días, parece que ha dejado huella en el equipo, y también en el entrenador, que ha dado un paso atrás, y de pronto se ha transformado en conservador.

Lotina, con la experiencia que le da los muchos años que lleva en los banquillos de Primera, ha puesto remedio a la situación comatosa de su equipo. Sin nigún rubor, juega con cinco defensas, tres centrales, sea el rival el Real Madrid o Barça –lo que parecería lógico– o el Mallorca, como ayer. Con este cambio de dibujo ha sumado siete puntos de los últimos nueve. Los resultados mandan, y éstos, de momento, le están dando la razón.

Por este motivo, porque Lotina ha puesto una barrera delante de Aranzubia, se presumía uno de esos partidos feos, con pocas ocasiones y con balones a la olla en busca de una cabeza salvadora que nunca llegó. Y así fue. El Mallorca, sobre todo en la primera parte, fue el dueño de la pelota. La tocaba, la mimaba, pero todo eran fuegos de artificio. No se le recuerda al buen portero del Deportivo una sola intervención de mérito. Eso sí, tuvo que ver cómo dos balones se estrellaban en la madera, el primero a los 20 minutos en un remate de cabeza de Nsue, y cuatro después, en la mejor ocasión del partido, a un disparo de Pereira, escupiendo el larguero el balón.

El joven centrocampista francés se ha ganado a pulso la titularidad. Es un futbolista que apunta a un equipo con mayor pedigrí. Serra Ferrer se debe estar frotando las manos. Necesitado como está el club de dinero fresco, si sigue con esta progresión será un jugador que se lo rifará más de un equipo. Y, sino, el Mallorca tiene un buen futbolista para rato. Ayer fue prácticamente el único que intentó cosas diferentes. Disparó a la primera oportunidad que tuvo, volvió loco a Manuel Pablo por su banda, e hizo las delicias del público en un alarde de técnica. Laudrup tiene un problema, bendito problema, como es el tener a tres futbolistas de altura en los extremos.

Planteamiento conservador

Laudrup pagó con un insulso empate su falta de ambición. Ante un rival que solo vino a defenderse, alineó a un único delantero –Webó– e, incomprensiblemente, a dos medios centro, Joao Víctor y Martí, en un planteamiento propio de entrenadores de perfil bajo. En el Iberostar siempre ha jugado el danés con dos delanteros natos, preferentemente Víctor y Cavenaghi. Que no lo habían hecho tan mal vistos los resultados. Pero ayer dejó a uno en el banquillo y a otro en la grada para premiar el buen rendimiento de Webó. Da que pensar, y mucho, que Víctor se hubiera quedado fuera de la convocatoria, más teniendo en cuenta que en el banquillo, en un partido como local, había nada menos que dos centrales, además de un tercer defensa. Como mínimo suena raro. Se cierne la sospecha de que haya más motivos extradeportivos que deportivos en la ausencia ayer del delantero de Algaida.

No se atrevió Laudrup a dar el paso de jugar con dos puntas hasta quince minutos del final del partido, cuando Cavenaghi entró por Martí. Más vale tarde que nunca, aunque de nada sirvió. Con el argentino en el campo, el Mallorca, aparte del disparo de Pereira al larguero, dispuso de las mejores ocasiones para batir a Aranzubia. Combinó bien con Webó, pero el camerunés, en fuera de juego, remató como casi siempre, de forma pésima. En el tramo final, Cavenaghi estuvo a punto de aprovechar un gran centro de Castro, pero se le anticipó el guardameta del Deportivo. Nunca se sabrá lo que hubiera ocurrido de haber sido Laudrup más valiente. Y es que el Deportivo desapareció en la segunda parte después de que en la primera disfrutara de dos buenas ocasiones para batir a Aouate. En el segundo acto el equipo de Lotina se dedicó a dejar pasar el tiempo y darse con un canto en los dientes con el empate obtenido, un preciado botín. El Mallorca ha dejado escapar la victoria ante un rival directo. El fútbol premia el atrevimiento, y ayer nadie lo fue.