Hay formas y formas de perder. La del Mallorca ayer es de las que duelen porque hizo méritos más que sobrados para llevarse, sino los tres puntos, por lo menos uno. Pero el fútbol no entiende de justicias e injusticias, sino de goles, y el marcador señala que el Zaragoza marcó tres y el Mallorca dos.

Culpar ahora al árbitro de la derrota es lo más fácil. Es verdad que el colegiado decretó cuatro minutos de tiempo añadido y concedió finalmente cinco, el último el del penalti a favor del conjunto maño. Pero con el tiempo cumplido, la defensa mallorquinista nunca debió dejar a su rival un balón franco como el que dispuso y que dio origen al penalti, claro por otra parte –si es voluntario o no ya es otro cantar– de Martí.

El árbitro que pitó penalti contra el Mallorca fuera de tiempo es el mismo que en el minuto 18 concedió gol a Webó cuando el camerunés se ayudó del brazo para controlar el balón en la acción previa al gol. Lo uno por lo otro.

Jugando como ayer, el Mallorca debe perder pocos partidos. Lo que pasa es que delante no tendrá siempre a un rival como el Zaragoza, que está destinado a sufrir para mantener la categoría.

Por lo demás, se echó en falta un poco más de tino en los cambios de Laudrup. El camerunés, que prescindió de De Guzmán con el marcador 1-2 a falta de doce minutos, debió reforzar la defensa porque el Zaragoza apretaba de lo lindo en busca de un empate que era a lo máximo que podía aspirar. Pero el fútbol premió ayer la entrega y la actitud de un equipo limitado pero que nunca se dio por vencido. Pese a todo, el Mallorca recibió demasiado castigo.