El Real Madrid se acabó gustando en un partido que comenzó mal y en el que gracias a la defensa y a la aportación del banquillo terminó barriendo a un Lagun Aro que sigue sin conocer la victoria en la pista madridista.

Entre los doce puntos de desventaja que tuvo el Real Madrid (2-14. min. 4.40) y los once de ventaja, 39-28, al descanso, media un abismo. La distancia entre el cielo y el infierno.

El Real Madrid comenzó mal y los triples de Salgado y Panko en los primeros 40 segundos de partido, 0-6, fueron dos golpes en frío que destrozaron al equipo. Si a eso se le une los problemas de Sergio Rodríguez en la dirección y, sobre todo, en defensa, no es de extrañar que los madridistas sufrieran como pocas veces.

Ettore Messina tiró de banquillo porque aquello no funcionaba y, esta vez sí, encontró remedio a sus males con Velickovic, Garbajosa y Tucker, con lo que Baron, autor de 13 puntos en los primeros diez minutos, perdió la conexión con el aro.

Pero la verdadera solución, el viaje al cielo, llegó por medio de la defensa. El Madrid se arremangó los pantalones y cerró cualquier pasillo hacia su aro. El Lagun Aro clarividente y que veía el aro como una piscina olímpica en el primer cuarto se convirtió en una caricatura de sí mismo, incapaz de llegar a lanzar en muchas ocasiones.

El 23-5 del parcial del segundo cuarto y que los primeros puntos de los donostiarras llegaran a los 6.15 minutos de juego dejan clara la diferencia que existió, con un Tucker que lideró la parcela anotadora del Real Madrid y con Sergio Llull aportando el temperamento necesario.

No hubo necesidad de más actuaciones heroicas. Una defensa aceptable y la puntería en el tiro exterior madridista, ante la defensa en zona con la que intentó revertir la situación el Lagun Aro, fueron suficientes para mantener cómodas ventajas en el marcador, 59-45 al término de los treinta minutos de juego.

Un 14-0 de salida en algo más de cinco minutos, 73-45, roto por tiros libres de los de San Sebastián, acabaron de decantar definitivamente un partido en el que el Real Madrid, por momentos, se acabó gustando.