Siempre es mejor pescar en río revuelto que en aguas mansas y a pesar de que la afición aragonesa está más en contra de los directivos del Zaragoza que de sus jugadores, el caudaloso trasvase del Ebro pasa furibundo junto a la Romareda.

La carencia de recursos ofensivos al servicio de José Aurelio Gay, por otra parte no muy diferente a la que padece el Mallorca, no explica lo suficiente el pésimo primer tercio de Liga del conjunto maño. Demasiados problemas en defensa cuyo último baluarte, nuestro bien conocido Leo Franco, comenzó muy mal hasta dejar la guardia de los tres palos en manos del exbético Toni Doblas. De ahí que el técnico haya reimplantado un dibujo mucho más conservador, 5-3-2 que en ocasiones se transforma en un 5-4-1, ante el que el Mallorca necesitará refuerzos de artillería para regresar con algún punto en el zurrón.

Entender alguna convocatoria de Laudrup se hace cada vez más complicado. Martí Crespí de la titularidad al banquillo y, ahora, directamente a la grada. Un Kevin de ida y vuelta y diecinueve futbolistas para dejar a uno, posiblemente Tejera, cómodamente instalado en tribuna cubierta. Cada maestrillo tiene su librillo y esta debe ser la curiosa manera que tiene el danés de no herir susceptibilidades en el vestuario. Salvo la de Corrales, casi el único jugador del primer equipo que no ha debutado ni parece que lleve camino de hacerlo a corto o medio plazo.