Los fracasos del Mallorca ante los equipos peor clasificados es histórico, sin llegar a endémico. Ya en el viejo Lluís Sitjar se comió literalmente al Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, pero descendió a Segunda tras perder en Palma con el Osasuna, el Deportivo y el Betis, que competían en los últimos puestos de la tabla.

En los dos campeonatos anteriores al presente, visitar a los colistas se ha hecho especialmente incómodo. Pronto se cumplirá un año de sus desplazamientos a Xerez y Tenerife, donde de haber sacado un solo punto habría terminado por delante del Sevilla y eso que, sobre todo en Chapín, mojaron casi todos los equipos.

Una de las labores más importantes de un entrenador consiste precisamente en saber motivar a sus hombres cuando se enfrentan a rivales teóricamente inferiores o en ningún caso superiores. Es frecuente que al llegar estos lances los futbolistas se relajen aún sin voluntad de hacerlo, pero es un reflejo inconsciente contra el que los técnicos tienen que luchar durante la semana.

No conocemos a Laudrup dentro del vestuario, ni si su aparente indiferencia, que sin duda no es sino calma, se traslada al equipo. Mañana por la tarde saldremos de dudas respecto a su influencia psicológica en el grupo y también sobre si veremos al Mallorca de Gijón y Bilbao o al de Barcelona y Valencia.