24 de enero de 2010. La grada de San Siro enloquece con la victoria del Inter. En la grada, Jose Mourinho, enfundado en su sempiterno abrigo, jalea a los "tifossi", que celebran el triunfo interista (2-0) sobre el Milán, pese a acabar con sólo nueve jugadores.

Una imagen que retrotrae a diez años atrás, cuando un joven Mourinho (37 años) celebra con estrépito el tercer gol del Benfica en la victoria (3-0) del "glorioso" sobre el Sporting de Portugal en el clásico lisboeta.

Principio y final de una historia, la de Jose Mourinho y los derbis, en la que como a lo largo de toda su carrera, los números sonríen al técnico portugués del Real Madrid, que vivirá el próximo domingo en el Santiago Bernabéu su primer clásico ante el Atlético.

Una década en la que Mourinho tan sólo ha sufrido tres derrotas en estos duelos de máxima rivalidad, que han servido como el perfecto escenario para que el preparador luso muestre las luces y las sombras del personaje, que le ha convertido en "the special one".

Envalentonado por el triunfo sobre el Sporting acudió un día más tarde a las oficinas del Benfica a reclamar al nuevo presidente del club, Manuel Vilarinho, la ampliación de contrato que tenía apalabrada con su predecesor, y ante la negativa de éste, decidió dimitir como entrenador del club lisboeta.

No estaría, sin embargo, mucho tiempo inactivo, pues apenas unas semanas después, Mourinho se haría cargo del Unión Leiria, desde donde llegaría al Oporto con quien venció, siempre por 1-0, los cuatro derbis que disputó ante el Boavista, en las dos campañas que el de Setúbal dirigió a los "dragoes".

Los éxitos al frente del conjunto luso, con quien ganó la Copa de la UEFA en 2003 y la Liga de Campeones en 2004, llamaron la atención del magnate ruso Roman Abramovich, que no dudó en poner a Mourinho al frente del multimillonario proyecto del Chelsea.

Mourinho no falló en su primer derbi con el conjunto londinense, tras imponerse por 2-0 al modesto Crystal Palace, una victoria que el portugués no pudo repetir en los dos duelos con el Arsenal de su detestado Arsene Wenger, con quien empató tanto en casa (0-0) como en Highbury (2-2).

Una espina que el preparador luso se pudo quitar en segunda campaña en Inglaterra, en la que se impuso en los tres encuentros que disputó con los "gunners", incluida la final de la Supercopa, en la que los goles del marfileño Didier Drogba (2-1) permitieron a Mourinho arrebatar el título a su máximo enemigo.

En esa temporada, la 2005-2006, llegaría la primera derrota del portugués en un derbi, tras caer por 1-0 ante el Fulham, en un duelo en el que Mourinho no dudó en acusar a los jugadores locales de condicionar con sus continuas presiones al colegiado.

Una polémica que también acompañó, un curso más tarde, a la segunda derrota del luso en un clásico londinense, ya que tras caer por 2-1 ante el Tottenham, tanto Mourinho como sus jugadores denunciaron públicamente la existencia de una oscura campaña en contra del Chelsea.

La abrupta ruptura entre Jose Mourinho y Abramovich, que acabó con la destitución del portugués en septiembre de 2007, impidió al técnico volver a disputar un derbi hasta un año más tarde, cuando ya como entrenador del Inter afrontó su primer clásico milanés

Un duelo, que como tantos otros en la carrera de Mourinho, estuvo precedido por la polémica con el entrenador rival, Carlo Ancelotti, quien respondió a las palabras del luso con un triunfo (1-0), que supone la última derrota, hasta ahora, del luso en un duelo de máxima rivalidad.

No volvería a ganar el Milán a su vecino con Mourinho en el banquillo, pues el Inter se impuso en los tres siguientes derbis, en los que los "rossoneri", ni con tan sólo nueve hombres en contra, fueron capaces de doblegar a su máximo rival.

Y es que como aseguró Mourinho tras el duelo del pasado 24 de enero en San Siro, "ni aún jugando con siete jugadores" el Milán podría haberles ganado los tres puntos. Confianza o soberbia, que refleja, como nada, la actitud del entrenador madridista ante un derbi. O ante cualquier rival