Este mes de noviembre que acabamos de estrenar determinará en su devenir la posición desde la que cada uno de los equipos tiene que afrontar esa gran carrera de fondo que es el campeonato de Liga. Por eso afirma Laudrup que, para el Mallorca, vienen tres partidos muy importantes, el que le enfrentará esta noche al Levante y los dos siguientes, en los que se verá las caras con los actuales colistas de la clasificación. Tres semanas que definen objetivos y la capacidad de cada cual para alcanzarlos, más allá de las urgencias que marquen los resultados y decidan los vaivenes del mercado de invierno.

Una novedad sustancial de la competición en curso la constituyen los primeros escarceos de los recién ascendidos. En las últimas temporadas uno de los puestos de descenso, o dos, quedaban reservados para los recién ascendidos, un rol tácito que, por lo visto hasta el momento, no están dispuestos a asumir la Real Sociedad, ni el Hércules, ni el Levante, que esta noche cierra la novena jornada en el Iberostar Estadi en día y hora inoportuno e intempestiva, como producto de la esclavitud de los clubes a la dictadura de la televisión. Los granotas de la valenciana barriada de Orriols ya pagaron la novatada y opondrán resistencia motivada, entre otras razones, por el gusanillo que revolotea en los corazones de Xisco Nadal, Xisco Muñoz o el mismísimo Sergio Ballesteros.

La cantera bermellona dio la de cal en el Estadio Balear. Con incrustaciones de algún debutante en primera división, el Atlético Baleares tiró de épica obrera para barrer a los señoritos aspirantes a competir en el fútbol de élite. Nunca sabremos si es que la categoría superior les viene grande o la inferior les queda estrecha, aunque nos lo podemos imaginar. Humillación aparte y puestos a no hablar sobre el terreno de juego, los responsables del Mallorca tuvieron que hacer algo más que dejar espacio a los supporters en la página web oficial del club, mientras el presidente visitaba Son Espases. El lenguaje del fútbol se escribe con ´b´ de balón, no en las paredes, ni entonando himnos del pasado con los que, por cierto, comulga ningún directivo bermellón.

El movimiento se demuestra andando o en moto, como Jorge Lorenzo. Si alguien albergaba malintencionadas dudas sobre la justicia de su título de campeón mundial, el mallorquín le dio a Rossi y a un montón de incrédulos, una lección que no olvidarán. Il Dottore se ha pasado la temporada practicando la guerra psicológica, pero le ha pasado como al chulo que se chulea hasta que tropieza con alguien más chulo aún. Valentino ha librado una batalla desigual que ha perdido en cuanto ha calculado mal la fortaleza mental de su compañero, lapidado, de box. El piloto palmesano le ha ganado en los circuitos y fuera de ellos. Estoril, ayer, dictó sentencia definitiva. El rey, Rossi, ha muerto, viva el rey, Jorge.

La venganza es un plato que se sirve frío. Serán los jueces quienes dictaminen en qué escenario y condiciones se libra la guerra Manzano-Alemany. El de Jaén, cuyas pretensiones no son discutibles, no ha calculado los daños colaterales y, especialmente, no ha pensado que su enemigo se bate en retirada voluntaria cuando él sigue metido en el ojo del huracán. Su presidente, Del Nido, ha osado plantar cara al imperialismo merengue y blaugrana. De momento, cinco, y la Liga no ha hecho más que empezar. "Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos", canta la zarzuela. En el fútbol español sólo caben dos y tres son multitud.