La dictadura de las televisiones se ha hecho evidente más que nunca la semana pasada. En primer lugar, con la imposición del Mallorca-Levante a las nueve de la noche en una jornada festiva en toda España. ¿Se ha parado a pensar Roures y compañía en que si el partido de hoy se jugara a las cinco, sin ningún perjuicio para nadie, acudirían al estadio un par de miles de niños que, disputándose a las nueve, se quedarán en casa? Pero esto les da igual. Del mismo modo que la coincidencia del Barça-Madrid con las elecciones catalanas. El partido se jugará cuando Mediapro quiera, el sábado, el domingo o incluso el lunes. Por orden de Roures.