La idea inicial del ex conseller d´Esports, Mateu Cañellas, en principio parecía buena. Proponía la fusión del Bàsquet Inca, Palma y Muro y con ello se unificaba el apoyo del Govern a un proyecto encaminado a –cuando menos intentarlo– ascender a la ACB. Pero desde el momento que el Palma decidió retirarse del proyecto guiado por cuestiones económicas, el proyecto de fusión entre el Inca (posteriormente denominado Bàsquet Mallorca) y el Muro, pasó a ser una auténtica tomadura de pelo.

Porque una tomadura de pelo es vestir con cuatro ´retales´ al equipo de EBA (ex Muro) con tal de seguir cobrando la subvención pertinente, y que este equipo lleve dos temporadas arrastrando por el fango la ya maltrecha fama del bàsquet mallorquín. Y tomadura de pelo es que el primer equipo, en lugar de convertirse en un proyecto ilusionante, con la lucha por el ascenso a la ACB como divisa, se haya transformado en un equipo que lucha para mantener la categoría. Cosa, no olvidemos, que ya no puedieron hacer a principios de la actual campaña que, pese al apoyo y gestión de las instituciones, no fueron los suficientemente diligentes a la hora de aportar el dinero del aval, para evitar así la pérdida de plaza en LEB Oro.

Y tomadura de pelo es que los actuales directivos sigan empeñados en permitir que el proyecto malviva, contraviniendo con ello el acuerdo establecido en su día con Esports, y que lo haga, casi exclusivamente, con la ayuda de las instituciones. Unas ayudas de las que, en más de un caso, podría dudarse si se ha hecho un buen y debido uso de ellas.

El futuro del Bàsquet Mallorca es claro. No hay futuro. El problema es que si paran la maquinaria el asunto puede acabar como el Patronat de hace veinte años. O sea, que los directivos que tienen avales de por medio pueden quedar tocados, como tocados quedaron los ´incautos´ que en su día firmaron papeles en el Patronat.

Con tales premisas, por tanto, se entiende que los actuales responsables del club inquer se muestren remisos a cerrar el chiringuito. Lo único que hacen con ello es que la bola se haga más y más grande y que cualquier día acabe estallándoles en las manos. Pueden revivirse tiempos pasados, como los protagonizados por la gente del Patronat.

En definitiva, que hoy por hoy, por la crísis económica, la incapacidad de encontrar más apoyos económicos, y la incompetencia de sus directivos, por muy buena voluntad que pongan en ello, el proyecto del Mallorca Bàsquet es una quimera. Y una tomadura de pelo.