No cabe calificar de otra forma lo que hicieron ayer los hombres de Michael Laudrup. Toda una gesta, con los innumerables problemas por los que atraviesa la entidad, la realizada ayer por un Mallorca que le supo jugar de tú a tú a su multimillonario rival.

Es verdad que no hay que lanzar las campanas al vuuelo. La verdadera Liga para el Mallorca empieza dentro de quince días en El Molinón ante un Sporting más terrenal que el Real Madrid de Florentino y Mourinho.

Laudrup demostró ayer muchas cosas, pero sobre todo valentía. No se arrugó ante la constelación de estrellas que tenía delante y apostó por plantarle cara al rival. Sabía que si sus jugadores se cerraban en torno a Aouate –otra vez inconmensurable–, el Real Madrid tarde o temprano acabaría ganando. Y todo ello con jugadores noveles, inexpertos en la máxima categoría y que ayer aprendieron en noventa minutos más que en diez partidos.

El club y el equipo recibió ayer un golpe de moral. Jugando así, a ratos bien y complicando la existencia al insigne rival, no sólo no correrá peligro la permanencia sino que hasta el público, que ayer respondió, se lo puede pasar en grande. Este equipo sabe a lo que juega de la mano de un Laudrup que sabe sacarle el máximo provecho a los mimbres que cuenta.

Aparte los más jóvenes, con Nsue a la cabeza, es obligado destacar a los veteranos, especialmente a Aouate, el mejor fichaje de la pretemporada, y al siempre convincente Nunes, ambos un seguro de vida. Tiempo habrá para analizar a Cavenaghi, recién aterrizado. De momento, la hombrada está ahí.